sábado, 28 de enero de 2017

Chile necesita una Ley de Biodiversidad*


 Quizá el mayor descubrimiento que espera ser revelado a nuestra sociedad es el hecho que somos naturaleza. Y como tal, el bienestar humano depende de su cuidado, manteniendo la integridad de la vida natural sobre la tierra y bajo el mar. Especialmente en un país como el nuestro, que basa su desarrollo en el uso productivo de recursos naturales, los que a la vez dependen de ecosistemas naturales sanos y pujantes.

Como digo, este descubrimiento no ha sido aún develado, aun cuando la protección y resguardo de la naturaleza chilena fue un compromiso de la nación ante las puertas de la OCDE y determinó la creación del Ministerio de Medio Ambiente.  La reforma a la institucionalidad ambiental no está completa sin un Servicio Nacional de Biodiversidad y Áreas Protegidas, que permita reconocer, valorar, promover y gestionar la biodiversidad chilena de manera integral. Por ello, en el 2014 fue presentado el proyecto de Ley que crea este servicio.

El envío de este proyecto fue uno de los compromisos de la actual administración, y su aprobación permitirá cerrar este círculo de modernización de la institucionalidad ambiental nacional. Poniendo a Chile a la altura de los países desarrollados, o al menos equiparar a países vecinos como Colombia, Perú, México, por mencionar algunos. Este proyecto está ahora en manos de la comisión del Senado, quienes están revisando centenas de indicaciones, a la espera de los resultados de la consulta indígena pertinente.

Sin ser perfecto, el proyecto establece un único sistema nacional de áreas protegidas que permita integrar iniciativas públicas y privadas, define principios clave como participación, precaución, identifica bienes críticos para comunidades como servicios ecosistémicos, promueve investigaciones pertinentes, define acciones de fiscalización, establece estándares para compensaciones en biodiversidad, estimula el desarrollo de planes de restauración de ecosistemas degradados, entre otros.  Estos son aspectos necesarios de reconocer y desplegar frente a la degradación de nuestro territorio y las presiones sobre recursos que se acentúan con el cambio climático.

Dada la complejidad inherente a la biodiversidad, sumada al embrollo que significa su gestión en un Estado altamente sectorial, todo precariamente sostenido en gigantescos niveles de ignorancia sobre el valor y necesidad de conservar biodiversidad, y brutales niveles de desconfianza nacional, necesitamos de nuestra legislatura, la visión y el compromiso necesarios para dar este primer y gigantesco paso hacia la dirección correcta.

Teniendo profundo entendimiento del valor de nuestra biodiversidad para el bienestar de los chilenos, habiendo acumulado miles de kilómetros de conocimiento en la práctica de la conservación en ámbitos públicos y privados, tanto locales y nacionales como internacionales, habiendo participado de asesorías a diferentes gobiernos en torno a este proyecto, invito al mundo político, a científicos, gestores de sustentabilidad y al sector privado –que clama por reglas claras- a apoyar la tramitación de este proyecto, contribuyendo de manera positiva y eficaz a su aprobación, para que Chile pueda valorar y desde allí gestionar de manera efectiva su naturaleza soberana. 

Extracto publicado en La Segunda, 23/1/2017

1 comentario:

Gabriel Bunster dijo...

Buena Bárbara; sigue que se puede !
Saludos