miércoles, 11 de septiembre de 2013

Chile central - pinos que dan pena

Voy en viaje al sur. Una vez más recorro el camino desde Santiago a la región de Los Lagos. La primera vez que lo hice, hace más de treinta años atrás, recuerdo claramente la maravilla de sentir el arribo de la verde selva valdiviana, húmeda, fresca, sonora, tangible, luego de horas de viaje. Después de una vida vivida en el centro chileno... más café que verde, la exuberancia valdiviana se grabó a fuego en mi memoria. Junto a la constatación que esa variedad  compleja y excitante es la base de la vida en la que vale la pena vivir.

Este paisaje esmeralda hoy casi no existe. Ha sido reemplazado brutalmente por una alfombra de plantaciones de pino radiata. Bosques que no son bosques. Verde que no es vida. Inicialmente desperdigados en manchones a lo largo de la carretera sur, hoy estas plantaciones son un continuo que prácticamente se extiende desde Pichilemu hasta Temuco. Y más. Para colmo, son plantaciones de eucaliptos las que de vez en cuanto ofrecen un respiro de este monótono tapiz.

Una sola línea (la de la punta de los pinos), un solo olor (la de las espinas de los pinos), una sola imagen en la que no caben las especies naturales de la zona central de Chile. Una de las más ricas y exclusivas del mundo. Una monotonía tan desastrosa como peligrosa. Pues después de todo la vida es variedad. Y la variedad es la que mantiene la vida en movimiento. Y hemos visto como a lo largo de los años esta parte de Chile se ha ido empobreciendo en vidas: de plantas, de animales, de suelos, de gentes, de paisajes...

Conmemorando un nuevo aniversario del golpe, no puedo dejar de pensar que este asesinato masivo de la maravillosa diversidad de toda una región como la zona central de Chile, constituirá para las generaciones por venir en una nueva forma de atropello de la humanidad. No sólo a la chilena, sino a toda ella en su conjunto. Los equivalentes ambientales a los informes Rettig o Valech deberán venir pronto, no sólo para constatar este atropello a la vida de este lugar, sino para decidir las medidas reparatorias que permitan comenzar a revertir este proceso, y recuperar al menos en parte la riqueza y complejidad de la vida natural de nuestro Chile mediterráneo y más al sur. Y con ello la fuerza impulsora de vida y bienestar no sólo actual, sino futuro de nuestra gente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me paso lo mismo cuando volvi a la provincia de Valdivia después de 30 años... eucalyptus por todos lados reemplazando los antiguos bosques. Esto es, como tu lo dices, un crimen contra los chilenos, contra la naturaleza. Ojala que algun dia los responsables de estos desastres ecologicos sean condenados !