lunes, 20 de febrero de 2012

Una invitación a pensar como ecólogos!*

A pesar de que la “cosa ambiental” es muy amplia, pues incluye desde aspectos de contaminación, reciclaje, ahorro de energía, en el centro de todo ello está la Ecología. Si! Aquello que todos nombran (quién no ha probado o usado yogurt, zapatillas u otros accesorios ecológicos!), y que pocos efectivamente saben qué es.

La ecología es una ciencia, como lo son las matemáticas, física, o química. Y como tal sigue los preceptos de la ciencia, es decir genera conocimiento mediante la observación y el razonamiento, los que se estructuran de manera sistemática y se sustentan en una serie de principios y leyes. Así como las matemáticas son la base de la Ingeniería, la física de la astronomía, o la fisiología sostiene gran parte de la medicina, la ecología es la ciencia que cruza gran parte de los temas ambientales.  Por una razón muy simple: la ecología estudia e intenta explicar por qué los organismos están donde están, y son los que son. Entre esos organismos se encuentra Homo sapiens, y más relevante aún, gran parte de lo que hace (o ha hecho) H. sapiens, determina lo que le pasa a las restantes 29.999.999 especies con las que compartimos nuestro planeta.

Y estas explicaciones pueden ser evolutivas (indagando por qué hay lugares donde los organismos especian más, como el trópico), pueden ser eco-fisiológicas (estudiando cómo ciertos organismos tienen resistencia a condiciones extremas, como el frío de las altas cumbres andinas o alta salinidad de salares), las explicaciones pueden estar en las relaciones que establecen unos organismos con otros (estudiando entonces depredación, competencia), o las explicaciones se asociada a condiciones físicoquímicas diferenciales (estudiando presencia de nutrientes o contaminación), entre muchos otros factores.

Mientras Ud. esté disfrutando de sus merecidas vacaciones en la playa, el campo, la montaña, o los bosques del sur, le invitamos a mirar a su alrededor, y a pensar en alguna especie que se encuentre cerca: gaviotas, pelícanos, lenguados, zarzamora, maqui, garzas, yareta, chañar, flamencos, taguas, alerce, lenga, copihues, salmón, escarabajos, arrayán. Y juegue a pensar cómo es que llegó a allí, y qué factores pueden afectar la persistencia de esas especies. Fuego? Nieve? Pesca? Contaminación? Represas? Si lo hace, estará pensando como un ecólogo!

Pero por sobre todo es importante decir que la ecología es una ciencia atractiva, extremadamente bella, pues estudia la diversidad pasada y presente de la vida en la Tierra, que se asombra al descubrir la infinita variedad y diversidad de formas, olores, sabores, paisajes, comunidades, que tiene la naturaleza.
Y Chile es un magnífico laboratorio natural para hacer ecología, pues tiene una diversidad enorme de hábitat, tanto marinos como terrestres, que han servido de escenario para el desarrollo de formas de vida únicas en la Tierra. Chilenismos fenomenales, que invitamos a este Club a comenzar a conocer, a valorar, a cuidar y adorar. 

Publicado en el Club de Lectores de El Mercurio (Enero 2012)

El valor del agua: humedales para la vida*

El agua es vida, y nuestra vida depende del agua. Los ecosistemas que proveen agua y vida, son los humedales y Chile posee una gran diversidad de ellos. A lo largo de toda la costa, encontramos estuarios, lagunas costeras o marismas. En la altura, a lo largo de Los Andes, toman la forma de salares, lagunas salobres, bofedales, vegas. De la alta cordillera al mar disfrutamos de ríos, riachuelos, esteros, lagos y lagunas… y en su conjunto son hábitat de plantas, peces, crustáceos, anfibios, reptiles, aves que migran o no, mamíferos, microorganismos variados y por supuesto gente!


Los humedales sostienen la vida tal como la conocemos en la Tierra,  y es por ello que las actividades humanas se han concentrado en torno a estos. Santiago, en torno al Mapocho. Concepción en torno al Biobío. Calama en torno al Loa. Arica en torno al Lluta, Valdivia no es sin su Calle Calle.

De su existencia dependen todas las actividades humanas: incluyendo minería, energía, agricultura, pesca, forestal,  ciudades, y cualquier otra que se le pueda ocurrir. La vida de miles de millones de personas depende y hace uso de los humedales, obtienen de estos sus bienes y servicios, extraen recursos, o los aprovechan con fines recreativos o de esparcimiento. Pero el uso intensivo y descuidado de los humedales ha provocado su degradación y pérdida, y traído consigo el deterioro de la calidad de vida de las gentes y la miseria de sus almas.


Nuestro desafío como país es resguardar y recuperar los humedales, en beneficio de las personas. 


Deténgase un minuto y piense en el que tiene más cerca: Mamiña? Salar Atacama? Azapa? Humedales de Tongoy? El Elqui? El Río Petorca? Batuco? Aculeo? El Yali? El Aconcagua? El Estero Lo Campo? El Marga Marga? Cahapoal? Vichuquén? Lanalhue? Lleulleu? Icalma? Panguipulli? Humedales de Toltén y Queule? Ralún? Llanquihue? Maullín? Pascua? Rassmussen? Cada uno de ellos debe ser resguardo, otros recuperados de manera urgente. Se debe promover su uso sostenible y asegurar así la mantención de los bienes y servicios que han entregado por generaciones. 


Que sus aguas sean reflejo de nuestras almas: sanas, cristalinas, frescas, profundas y generosas, en vida y futuro.

Escrito en conjunto con Alejandra Figueroa, Encargada de Humedales, División de Recursos Naturales, Ministerio Medio Ambiente y publicado en Revista del Club de Lectores de El Mercurio.

domingo, 19 de febrero de 2012

Sendero La Paciencia en Karukinka: ruta de conservación, ruta de cambio (para la vida)

La vida es un camino del que podemos tener certeza solo de dos cosas: su inicio y su final. Aparte de esos dos conocidos momentos (los que a pesar de ello nos asombran, sorprenden y dejan perplejos!), toda la vida que conecta esos dos puntos de nuestro tiempo, espera ser caminada y descubierta por cada caminante. Y nos gustaría poder tomar lo mejor de la vida a medida que la transitamos, aprendeher los frutos que nos pone a la mano, disfrutarlos, gozar y quizá hacernos un poco más sabios a medida que avanzamos en nuestro caminar.



La conservación que hacemos en Karukinka espera generar muchos y deliciosos frutos para nuestras vidas (y para los que vendrán mucho más adelante aún). Y este verano hemos cosechado una fruta espectacular: el Sendero La Paciencia, el que tal como la vida nos ofrece una partida (Lago Despreciado) y un destino conocidos (Seno del Almirantzgo), y una extraordinaria ruta que los conecta, la que como cada vida, debe ser vivida para experimentar el disfrute y aprendizaje que cada camino de vida otorga a quien la vive.

Caminamos la Paciencia por primera vez en Karukinka hace unas semanas y transitamos esta ruta de 33 Km apertrechados con entusiasmo y curiosidad. Todo repartido en un grupo diverso y generoso de personas. Cada uno de ellos enriqueciendo con su mirada este camino. Cada uno experimentado en solitario y en comunidad este trozo de senda de vida.

Y lo caminamos abiertos los ojos, oídos y sobre todos los corazones. Y nos maravillamos desde su inicio al fin, experimentado la diversidad de vidas que dan vida a este sendero: bosques centenarios, pequeñas y bulliciosas aves de foresta, discretos insectos multicolores, hierbas por doquier, guanacos fisgoneando tras las matas, y hongos! Tanta vida que nutre estos parajes, a la que sumamos por un rato nuestra propia y pequeña existencia.

La Paciencia es una ruta bella, de comienzo a fin, la cual se llenó de nuestras vidas por unos días. Gracias a la mirada de Alfredo Prieto y Macarena Fernández, entendimos que ella ha existido por mucho tiempo: utilizada por los Selk'nam de antaño, cuyas huellas han sobrevivido su muerte y hoy nos acompañan en la ruta. La senda que ahora (re)inauguramos hoy sigue el camino que hace más de cien años era usada para alcanzar el mar y permitir la comercialización de lana producida en Argentina. Y podemos verla aún hoy a largo de metros y metros de mohosas empalizadas, que servían de "ecológico" pavimento a las antiguas carretas.

El Sendero La Paciencia corre kilómetros y kilómetros por bajo el majestuoso bosque fueguino, y nos recuerda a cada metro el valor inmenso de haberlos conservado y traído hasta este siglo XXI. A la vez que en los momentos de cansancio, la ruta nos hace patente el tremendo esfuerzo que hoy realizamos para poder empujar este magnífico patrimonio hasta el siglo XXII!

Y lo hacemos día a día, palmo a palmo, acompañados por tantos! Todos los que aman esta tierra como nosotros. Y tantos otros que gracias a rutas de conservación como esta, están amando esta tierra cada día más! Nómadas (quienes han construido la ruta La Paciencia con amor), Travesía (quienes esperan transitar esta ruta con otros caminantes), Equilibra (quienes esperan inspirar a otros a conservar como se conserva en Karukinka), WenborneDupradou (quienes esperan descubrir el velo que cubre esta tierra y producir fotos hermosas para ello), Furci (quien descubre día a día el mundo de hongos que da vida a este mundo!) y tantos más! Anónimos constructores (de futuro) fueguinos: vecinos, guardaparques, socios todos en este camino.

Y tanta riqueza que cosechamos en este caminar para nuestras vidas! Difícil de compartir, como es difícil compartir las experiencias más sentidas de nuestra existencia... Por lo que solo podemos aspirar a inspirar a otros a caminar nuestros caminos. A acompañarnos en nuestras rutas, con la esperanza que pueda cada uno llenarse de gozo y alegría como lo hicimos nosotros. Y salir al final de este viaje más llenos, más grandes de mente, más fuertes de cuerpo y más frescos de alma.


La Paciencia es poderosa. Esperamos que su poder guíe nuestra ruta de conservación. Que guíe a otros a ella. Que nos ofrezca nuevos destinos para seguir empujando nuestro deseo de avanzar. Y que sobre todo se abra como un espacio firme e inspirador para transformar nuestra manera de transitar nuestras vidas, conjuntamente...integradamente...en este mundo (aun) vivo.