martes, 25 de diciembre de 2012

Impertinencias para la sobrevivencia - lección de vida para Karukinka

Aquí estoy en esta nueva etapa de mi vida. Enfrentando por primera vez los peores temores que pude haber imaginado nunca. Mi desafío personal es tan enorme...tan gigante... que lo primero y único que he podido hacer hasta ahora ha sido dejarme caer...Como ocurrió a Alicia, el suelo desapareció bajo mis pies, y un enorme agujero negro comenzó a devorarme. Rápido, húmedo, y sobre todo muy profundo. Destellos de luz y aire fresco sin embargo acompañan mi caída, y comenzaron a mostrar toda la riqueza subterránea, invisible y vital que me escolta hoy día.

Así me he dado cuenta que desde un principio he estado acompañada en este viaje. Tan acompañada que mi caída no se siente como tal y se ha transformado en un delicado y sensible viaje. Lleno de luz y calor. Lleno de vida y esperanza. Una enorme comunidad de familia, amigos, colegas, conocidos viejos y nuevos. Todos disponiendo su mano para sostener la mia.

Ayer estuve con Maricarmen, una vieja querida, de siempre. Espritual como pocas...me dijo que pedía por mi. Y que seguía la lección de una monja amiga, que la instruyó a pedir con impertinencia. Pues en el camino de Jesús en la tierra, aquellos impertinentes, que pedían fuerte y urgentemente, jalando los ropajes del demandado enviado, podían con mayor probabilidad ser escuchados y socorridos. Ella pide por mi así.

Y como siempre... pensé en Karukinka. Nuestro proyecto tan grande, tan bello, tan necesario como necesitado. Y me di cuenta que hemos pecado de respeto. Para solicitar la ayuda que requerimos hoy para poder sobrevivir al mañana. Y de mi caída personal he sacado esta lección que espero me acompañe el resto de mi vida profesional: aprender a ser impertinente!

No sólo demostrar con la obra, como lo hemos hecho hasta ahora, sino molestar con la palabra. Vocear lo que hoy no se ve: que la conservación es la clave para nuestro país y su desarrollo. Que nuestra visión de conservación es no sólo experta, sino necesaria, y que el aporte que hoy realizamos a nuestra Sociedad entera necesita ayuda hoy día.

Y por qué esto? Porque la construcción de una sociedad nueva depende del trabajo que realizamos hoy en Karukinka. Y son muy pocos los que hoy conectan los puntos necesarios para comprender que la conservación (o mejor dicho la falta de ella) es la clave que ordena nuestro mundo, y es la llave que abre (o cierra) nuestro futuro.

En nuestro actual y vetusto mundo, puede parecer una locura pedir ayuda en este viaje. Una Impertinencia! Tal como ayer fueron impertinentes aquellos que trabajaron para demostrar que nuestra Tierra era redonda, luego de milenios de ser plana. O los desvergonzados que se empeñaron en hacernos creer que nuestro planeta no era el centro del universo! Totalmente insolentes aquellos que echaron al suelo la generación espontánea; tal como atrevidos aquellos que mostraron que las especies cambiaban y no eran entes inmutables en el tiempo!


Tal como ayer fuimos ciegos a hechos que hoy día damos por obvios, todavía hoy no aceptamos la realidad "nueva" que nuestra sobrevivencia depende de la conservación y recuperación de nuestra biodiversidad. Y como resultado de esta ceguera extendida, hoy son pocas las fuentes de financiamiento existentes (y menos las asequibles) para impulsar este motor de cambio.  

 
Y Karukinka es un motor verdeanarnajado, poderoso y fresco como ninguno. El que unido a Tierra del Fuego, es un fuera de borda de lujo y potente, que puede impulsar a Chile hacia donde debe. Enseñar a navegar las aguas de la pérdida de biodiversidad, del cambio climático, de la desertificación, de las enfermedades emergentes, y llevarnos a la conservación de nuestra única e irremplazable arca de Noé. Nuestro país. El único con que contamos, tal como yo sólo cuento con este cuerpo. Y en lo que me resta de vida, creo que mi camino es ser impertinente y desvergonzada para clamar lo hoy invisble, pero por cierto totalmente verdadero.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Invasiones, obsesiones y acciones...el futuro de Tierra del Fuego (y el mío también!)

Las invasiones biológicas, especies que llegan a un lugar para quedarse y destruirlo, son la segunda causa más importante de pérdida de biodiversidad. En Chile hay cientos de ejemplos, a los que estamos tan acostumbrados que ya ni vemos: los pastos de Chile central como el alfirelillo o el aromo; el retamillo más al sur o el espinillo, que día a día ahoga los campos sureños con su marea amarilla. Algas como el Didymo, amenazan con infectar ríos de Patagonia.

Estamos acostumbrados a animales invasores como conejos, cabras o ciervos! sin saber que todas ellas lideran la lista de las 100 especies más invasoras de nuestro mundo! A pesar de ello las sentimos parte de nuestras vidas, e incluso nuestro Estado otorga subsidios para mantenerlas y hacerlas crecer! Sabiendo que su presencia destruye nuestro entorno, degrada vegetación y suelos, con la consecuente pérdida de agua, fértil suelo, erosionando nuestra sustentabilidad y futuro.

En el sur, bien al sur conocemos el ejemplo de los castores. Especie exótica, invasora, introducida en otras épocas en Tierra del Fuego para desarrollar una industria peletera. La cual nunca llegó, tal como nunca se fueron los invasores. El resultado de hoy son miles de miles de hectáreas de bosque de protección (aquel bosque ribereño) destruido por la presencia de esta especie. Varias veces más grande que la superficie que potencialmente destruiría Hidro Aysén o las minas de Isla Riesco, todavía este problema no llama la suficiente atención para su detención.

O el caso del ciervo colorado, una de las top 100 más dañinas del mundo, autorizada (y subsidiada) para su introducción en Tierra del Fuego. Hoy se establece como un cáncer latente en medio de esta magnífica isla, bello ejemplo patagónico. Una de las pocas islas grandes del mundo que había quedado al margen de esta invasión. Sembrada con ponzoña. A propósito.

Pensando en estas invasiones, es inevitable para mi hacer una analogía con mi propia vida. Recientemente diagnosticada de cáncer de mamas, con un invasor de otra naturaleza, pero igualmente mortal a mi futuro. En un par de semanas luego del diagnóstico, escribo estas líneas mientras me recupero de una cirugía que espero haya removido gran parte del agresor. Como si eso no fuera suficiente, y con el objetivo de darle otra oportunidad a mi vida, a posteriori podrían venir radios o quimios. Todos esfuerzos por lograr aniquilar al invasor y extirparlo de mi cuerpo. Sumado a ello, este traspié en mi existencia espero sea una oportunidad para tomar con fuerza y revisar mi vida. Ver dónde puedo apuntalar mi ser para evitar futuros brotes invasores. Reflexiones, revisiones, cambios varios esperan por mi, a la vuelta de mi esquina.

Mientras me tomaba una resonancia hace unos días, y como hago siempre que debo confortar mi espíritu, viajaba mentalmente a Tierra del Fuego, a Karukinka. Y recibía el viento fresco de la Patagonia en mi cara santiaguina. Renovando mi mente. Reforzando mi cuerpo.

Fue inevitable pensar en las invasiones de castores y ciervos en Tierra del Fuego. Hecho ya el diagnóstico de estos flagelos patagónicos, estamos a la espera de la intervención. De la cirugía extirpadora. Del inicio de la cura. Hay caminos. Hay experiencia. Existe la tecnología. Está la necesidad. Sólo falta voluntad. El verdadero motor del verdadero cambio. Del necesario cambio para poder avanzar o siquiera aspirar a un futuro. Con la esperanza obsesiva de que podríamos hacerlo. De que necesitamos hacerlo. De que vale todo el esfuerzo para enfrentar estas invasiones, y mantener así la esperanza  de un futuro no sólo para Tierra del Fuego y Patagonia, sino para el resto de nuestro Chile. Nuestro cuerpo colectivo. Nuestra vida única y bella.

Las fotos son de G Weborne, C Silva-Quintas y mías

lunes, 26 de noviembre de 2012

Obsesiones que valen la pena, o reseña del Libro Humedales Costeros de Chile*

Dicen que los verdaderos autores llevan consigo una obsesión y proclaman/transmiten/escriben de ella siempre. Desde distintas trincheras, Andrés ha sido un autor que ha abordado el tema de los humedales chilenos desde hace años. No fue sorpresa por ello cuando conocí (y celebré!) la realización del libro Humedales Costeros de Chile, cuando orgulloso (como siempre!), Andrés Camaño compartía conmigo el estado de avance de este trabajo. Un aporte más de su tema. Una obsesión… que para alegría nuestra, se materializa hoy en este texto. El primero en su tipo, y valioso por muchas más razones que el contenido específico de sus capítulos.
 
Objetivamente el trabajo que tenemos hoy disponible reúne una parte importante de la información existente en torno a estos ecosistemas, en una porción crítica de nuestro país. Repartidos en menos de medio millar de unidades, los humedales costeros  de Chile central son el hábitat definitivo o de paso, de numerosas especies de plantas y animales, y otras cosas. Algunas conspicuas como el cisne de cuello negro, o más discretas como la malvita.

Tienen estos humedales una alta diversidad y complejas historias. Sintetizan estos ecosistemas la cuenca en la que están inmersos, conectan el mar y la tierra de manera discreta y permanente, y representan islas de dulce agua, las que como cuentas de collar se descuelgan a lo largo de la costa chilena, siendo de un extraordinario valor ecológico, económico y social.
En terreno algunos de estos humedales son reconocidos como tal, mientras que otros pasan desapercibidos ante peones y pajes. Ello a pesar que su aporte al bienestar humano es enorme, pues además del agua dulce, ofrecen una variedad de servicios tanto materiales como de los otros, críticos para sostener a las poblaciones humanas y sus variadas actividades económicas.

El contenido de este libro es un esfuerzo por correr el velo que ha cubierto estos ecosistemas por décadas, y será tarea de cada lector encontrar allí la información que necesite. Más importante para mí hoy, es destacar aquellos aspectos menos obvios y más subjetivos, que me parecen extraordinarios de este trabajo. Y que considero representan lecciones que bien merecen la pena ser promovidas e idealmente aprehendidas con su lectura.
En primer, lugar la génesis de esta obra se ha dado en un espacio singular: aquel que se crea cuando la academia y la industria se reúnen de manera positiva y proactiva. Bien sabido es que estos espacios de interacción positiva son deseables y necesarios para avanzar, no sólo en la generación de conocimiento, sino especialmente para la promoción y uso del mismo en el mundo verdadero. Aquel que existe más allá de las aulas. Y que necesita nutrirse de razón para resolver problemas tan diversos como urgentes.

El deseo de interacción es sin embargo una consigna que pocas veces logra hacerse carne, y que en menos ocasiones aún, logra producir legados tangibles a escala humana. Este libro de Humedales costeros, es un ejemplo concreto que otro mundo es posible. Y que la construcción de ese universo (todavía paralelo) requiere voluntad y capacidad. Ambas demostradas acá por Andrés y José Miguel, al reunir en torno a un interés común, a más de una treintena de autores nacionales provenientes no sólo de las mejores unidades académicas de Chile, sino de otras esferas donde también hay talento e igualmente se aporta al proceso del conocimiento, como puede ser el mundo público, consultoras, ONGs. Esta integración genera no sólo inteligencia compartida, sino que abre otros espacios como la confianza, fértil sustrato para la construcción de bien común.
En segundo lugar resulta significativo que este libro haya sido gestado en el seno de la industria forestal, del cual Andrés forma parte. Un pilar actual de la economía nacional, el que dada la naturaleza de nuestra legislación ambiental y de la propia industria, se ha desarrollado al borde de esfuerzos más organizados de regulaciones ambientales, como por ejemplo evaluaciones de impacto ambiental. Sin estar obligada a nada, y por voluntad soberana,  esta industria de la mano de Andrés Camaño ha decidido ir por más. Ha resuelto romper barreras culturales, institucionales, y fomentar el desarrollo de vínculos tan obvios como innovadores: como son la generación de conocimiento científico al alero de la producción. Como es la generación de valor compartido, al alero de la inversión. Como es la construcción de un legado nacional al alero de utilidades de carácter privado.

Si otras inversiones millonarias en Chile, como lo es la inversión forestal de Arauco, siquiera remedaran el ejemplo entregado por esta industria e invirtieran en el desarrollo y fortalecimiento de investigaciones científicas, de formación de recursos en ciencias, de promoción del conocimiento científico, créanme que otro sol saldría para Chile y ciertamente existiría otra visión de ecosistemas críticos, como los son estos humedales que hoy nos convocan.

En tercer lugar debo destacar el intento que hace este libro por llamar la atención sobre la gestión sustentable del capital natural que sostiene nuestra economía, y más. Pero así como la acumulación de información no necesariamente conlleva el desarrollo de la ciencia, de la misma forma la asociación entre academia e industria no necesariamente resulta en gestión sustentable.

La sostenibilidad es un objetivo que conlleva un nivel diferente de integración y complejidad, y que depende del entendimiento y aplicación de disciplinas críticas como puede ser la conservación de la biodiversidad (mi propia obsesión!), uno de cuyos objetivos fundamentales es planificar el desarrollo de actividades humanas considerando la mantención o enriquecimiento del capital natural del cual depende total y directamente.

Este libro aborda de manera somera temas relacionados a la gestión sustentable, constituyendo un primer paso en dicho camino. Incluye aspectos importantes como la identificación y caracterización de los humedales, el estado de conservación de algunos de sus componentes, la presencia de áreas protegidas, entre otras. Afortunadamente deja abierta la puerta para la realización de su versión 2.0 la que debiera incluir de manera explícita la relación humanos-humedales, así como la integración explícita a la gestión de la industria la conservación de estos ecosistemas.  

Desde Arica a Cabo de Hornos, día a día, grupos humanos diversos se relacionan con humedales costeros y dependen de ellos. Desde pequeñas comunidades hasta corporaciones gigantescas usan, abusan, toman decisiones o padecen las decisiones de otros. Tal como hoy, gracias a este libro comenzamos a conocer las bases ecológicas que caracterizan estos ecosistemas, esperamos mañana conocer y entender estas relaciones. Y con ello cimentar una base realista y sólida sobre la cual construir definitivamente su gestión sustentable.

Especialmente importante es el hecho que la gran mayoría de estos ecosistemas carecen de protección oficial, y se encuentran inmersos en mares de propiedades privadas, recibiendo de manera directa o indirecta las decisiones de numerosos e ignorantes usuarios. Actividades clásicas como desarrollo urbano, agrícolas o forestales, instalaciones industriales, son hoy día vistas como amenaza a la conservación de estos humedales a lo largo de Chile. Y es justamente este espacio el que podría ser colonizado por industrias relevantes, las que más fácil y efectivamente podrían aportar a la conservación de estos ecosistemas, haciéndose cargo de la información que hoy poseen, reconociendo su valor relativo y absoluto,  y gestionando su propio desarrollo en torno a la mantención y recuperación de estos vitales ecosistemas.
De la lectura de esta obra, debo destacar finalmente el hecho que los humedales han sido la columna vertebral del poblamiento de nuestro país. Cuando Chile no era Chile, ya los humedales costeros de Arica estaban siendo ocupados por los Chinchorro, y probablemente refrescaban la frente de los artesanos expertos en momificación. Más al sur, humedales como Quereo, El Yali, y tantos otros, sirvieron de abrigo y fuente de materias primas, además de alegría y alimento a los pobladores que por milenos pulularon las actuales costas nacionales.

Al menos 6000 años de historia in-interrumpida de humanos-humedales. Miles de generaciones usando, conociendo, valorando, estos refugios naturales. Este texto constituye un sólido y novedoso eslabón en este devenir. Pensando en el futuro, en los próximos 20, 50, 100 ó mil años, cabe preguntarse cuáles son los desafíos que debemos asumir hoy día para pensar en darle sostenibilidad no sólo a los humedales de la costa o las industrias nacionales, sino para asegurar la persistencia de nuestras propias poblaciones.
Con este libro en la mano, siento que ya estamos transitando esa ruta. Y espero que el espacio del conocimiento que hoy se ha generado, sirva de campo fértil para continuar la siembra.

Que el ejemplo de Andrés y José Miguel pueda servir de inspiración y modelo para los tantos otros intentos que son necesarios (desde la academia, de la industria, del mundo público, desde las comunidades) para construir ese futuro lejano. Que comienza hoy. Y que si seguimos este ejemplo, probablemente no termine mañana. Felicitaciones! Y gracias.
*Comentario realizado hoy en la Universidad Católica de Chile, en la presentación del libro: Fariña JM & A Camaño (eds) (2012) Humedales costeros de Chile. Editorial Universidad Católica de Chile, Santiago.

sábado, 24 de noviembre de 2012

La bolsa o la vida? Sorteando los plásticos del fin del mundo

Llevo dos días viajando. Salí primero de Santiago a Punta Arenas por aire, para embarcarme en un barco de exploraciones científicas que me llevaría al Seno del Almirantazgo, el corazón de Tierra del Fuego. Este viaje es el resultado de otro diferente iniciado el año pasado, en el que nos ambarcamos en la construcción de un sendero memorable: La Paciencia. Que pausadamente corre bajo los bosques de Karukinka. Mi destino, junto con el centenar de visitantes que me acompañaba, era Bahía Jakson: uno de los sitios más escondidos y memorables del Seno.

A esta Bahía (como casi todo el resto de Karukinka) se accede por mar o a pie. Muy poca gente la conoce, pues nevegar estas aguas o caminar estos parajes requiere ciertas condiciones poco comunes. Vecinos nuestros de Caleta María, que por años han visitado el fondo del Seno, nunca han podido llegar a esta Bahía. Hacia el sur, el río Azopardo impone un límite tumultuosamente turquesa. Hacia el norte el Cordón Valdivieso, desgajo de la cordillera Darwin con alturas de 1000 metros, actúa como muralla de granito bañada en glaciares azulosos.

Antaño, cuando todo el Seno era explotado por su madera, hubo presencia humana en la bahía. Hoy, tal esta área es refugio de flora y fauna tan bella como diversa. Erguidos guanacos recorren su costa, escampando el invierno, refrescando sus veranos. Cóndores por doquier: en riscos, en árboles, encumbrados por las corrientes fueguinas, recorren los siempre cambiantes cielos de Karukinka. Patos y aves pequeñas revolotean en las aguas, ríos o bosques. E incluso elefantes marinos! Estos impactantes "paquidermos antárticos" descansan aquí del hostigamiento de turistas, capean este nuevo y calentado mundo, tratando de recuperar el tiempo perdido.

Un paisaje idílico. Un destindo mundial. Un pedazo de cielo en la Tierra (del Fuego)! Y lamentablemente el destino de miles de miles de bolsas y desechos plásticos tan variados como repugnantes. Basura local, agrediendo silenciosamente un destino mundial. Un ejemplo más de nuestro mundo moderno (cuando yo era niña no había bolsas de plástico!) agrediendo a nuestro mundo futuro. Sentí vergüenza. Sentí impotencia. Otra muestra de cómo decisiones simples esperan ser tomadas por los visionarios y aguerridos constructores del nuevo siglo. Los políticos de hoy que podrían ser referentes del mañana!
 
 Patagonia! Magallanes! Tierra del Fuego!Destino de expediciones y materializador de sueños! Corazón del mundo verde nacional y sustrato del turismo por venir! Prístinos destinos en un mundo hipertrofiado! Sostenedores de la construcción del futuro en el sur del mundo!

Qué tan difícil puede ser no usar más bolsas de plástico en estas tierras? Una propuesta simple, limpia, visionaria, necesaria, esperanzadora, divertida, desafiante, grande! Como Magallanes. Como el futuro. Como las que envidiamos de los países desarrollados. Como las que queremos de nuestros dirigentes de hoy. Las podemos implementar porque tenemos ganas y coraje. Y porque tantos otros ya lo han hecho! ....y han sobrevivido....




Las fotos son de A Vila, C Silva-Quintas, G Wenborne y R Muza

domingo, 11 de noviembre de 2012

Costas de Patagonia y Tierra del Fuego: el Dorado del siglo XXI

Después de mucho esfuerzo, estimulados y apoyados por fondos Innova-Corfo, logramos contactar a uno de los líderes globales en ecoturismo: Lindblad Expeditions y traer su mirada a nuestro proyecto en Tierra del Fuego. Es un mandato nacional, un anhelo regional, un pilar sobre el cual impulsar y hacer crecer Magallanes: el turismo de intereses especiales. Ese turismo que se acerca a pasos agigantados y que en Patagonia podría crecer gustoso: cobijado (y cobijando) una naturaleza extraordinaria; extasiado de paisajes sin límites (y pudiendo crecer de la misma forma).  Uno de los inventores de este tipo de turismo. Uno de los referentes globales. Ofrece expediciones muy sencillas: donde se visitan lugares de naturaleza extraordinaria; y donde se pueda conocer los esfuerzos de científicos por conservarla. Galápagos. La Antártica. Groenlandia. Son algunos de los destinos de este grupo. Largos y dedicados viajes de conocimiento, exploración y delicado goce.

WCS, con su larga y atractiva experiencia en conservación en las costas de Patagonia, hizo notar el enorme valor de estos mares, y de los esfuerzos variados por protegerlos. Uno de los más notables ciertamente es nuestra bella Karukinka, en Tierra del Fuego. Y Lindblad se animó a visitarnos. En un mes se vendió todo el crucero. Cupo para unas 150 personas. A varios miles de dólares cada uno. Listas de espera para los próximos viajes.

National Geographic Explorer en las costas de Karukinka
No hay duda que estos mares siguen atrayendo los exploradores del nuevo siglo. Las costas de Patagonia, nuestras costas, están en la mente y corazones de los argonautas de esta nueva era. Esta vez el vellocino que buscan es verdeazul. Y está en nuestra tierra. En nuestra Patagonia.

Y nosotros en Karukinka hacemos un esfuerzo por conservarlo, darlo a conocer, promoverlo, y por sobre todo: convencer a los chilenos que tenemos el oro del nuevo siglo en nuestras tierras. No mentían los nativos originales. No se equivocaron los colonos aquellos.  El Dorado existe. Está en nuestro sur. Y vale más que oro, pues es vida pura.

Bahía La Paciencia y glaciar al fondo, todo en Karukinka,
Tierra del Fuego
Tenemos una de las riquezas mayores del mundo: la inmensa y bella vida silvestre de Patagonia. Un bien que casi no existe en el primer mundo, y que cada vez será más valorado en un mundo hipertrofiado de gentes, ciudades, tecnologías.

Podemos comenzar a darle valor hoy. Generar y aprovechar oportunidades como las de Lindblad. Promover nuestras tierras a los cuatro vientos. Atraer visitantes especiales. Que puedan valorar y aportar al desarrollo con conservación de nuestros parajes. Ese es el compromiso de WCS en Karukinka. Estos son nuestros primeros pasos hacia ese futuro.

lunes, 1 de octubre de 2012

Transformar para conservar: el cambio que impulsamos desde Tierra del Fuego!

La biodiversidad es un concepto complejo, a la vez que crítico para mantener el bienestar de la población humana (y de los cerca de 20 millones de especies restantes con las que compartirmos este planeta nuestro). Más crítica aún es la conservación de la biodiversidad, la cual es una práctica muy joven, cuyas bases científicas están en pleno desarrollo, y la que aún es cuestionada como lo han sido en su momento todos los grandes (y pequeños) cambios en los que ha entrado la humanidad a lo largo de toda su historia.

Una cosa indiscutida sin embargo es que la clave para alcanzar la conservación, es lograr el cambio necesario que debemos realizar en una y mil prácticas humanas, transformándolas desde actividades que destruyen la base natural de nuestro planeta, a prácticas que nos permitan sostenerla en el tiempo. Este es un trabajo duro, pues por cientos de generaciones los humanos hemos dado por sentado que la biodiversidad nos estaba dada, dispuesta para siempre a entregar sus múltiples e invisibles beneficios. Pero eso no es así y cada vez enfrentaremos con más fuerza la necesidad de conservarla.
 
En Chile los desafíos de conservación son variados: establecer áreas protegidas en donde aún no existen, gestionar las áreas dedicadas a protección con efectividad (no administrativa, sino real!), pero por sobre todo...tenemos el gran desafío de integrar la conservación a todas y cada una de las prácticas que las personas, compañías y otros, realizamos en los diferentes rincones de nuestro territorio nacional.

Y quizá el rincón más importante de alcanzar con el cambio que necesitamos: es nuestro propio corazón...para que descubra el lugar que tiene en este mundo, y comience a bombear la energía que necesitamos para conservarlo.

En Karukinka, en Tierra del Fuego, llevamos varios años trabajano para levantar un modelo alternativo que favorezca la conservación de Patagonia (y el resto de Chile!). Somos un grupo de personas del más florido origen, los que hemos desarrollado investigaciones. Hemos instaurado sendos programas de educación escolar. Hemos desarrollado talleres e impartido cursos. Hemos invitado expertos del mundo, y los hemos integrado a esta cruzada. Hemos sacado Tierra del Fuego del sur y lo hemos llevado al centro de nuestro centralizado país. Hemos guiado jóvenes profesionales, entusiastas visitantes, artistas, curiosos de todo tipo....todos ellos han podido maravillarse del beneficio extraordinario que significó para nuestro país conservar los parajes y la biodiversidad de Karukinka. Y lo mucho que esa conservación (y su actual manejo) aporta a la región y el resto de Chile.

Pero el cambio más grande que ha ocurrido en Karukinka ha sido la transformación que nosotros mismos hemos tenido. La que hemos vivido en silencio y con profundidad. La que nos ha hecho creer que podemos alcanzar cualquier sueño y que cada sueño puede ser una realidad. Hemos transitado desde cada una de nuestras vidas anteriores (de científicas, ingenieros, choferes, recepcionistas, cocineros, soldadores, carpinteros, y tantas otras!) a la vida que tenemos hoy.


Hemos florecido en habilidades y descubierto cualidades que jamás imaginamos! Somos personas nuevas, en un mundo aún viejo. Hemos aprendido a aprender! hemos accedido a crecer. Estamos fortaleciendo nuestra capacidad de confiar, de compartir lo aprendido, de disfrutar con la fría mañana y gozar las escasas estrellas de nuestras noches. Hemos aprendido a caer, y a intentarlo de nuevo. Hoy esuchamos mil veces más que ayer, y tenemos una palabra amable a la mano. Nos hemos levantado en Karukinka sintiendo que estamos de pie...y que podemos dar pasos...y sentimos que avanzamos....todo gracias a que sabemos que necesitamos cambiar...y que queremos hacerlo.

El camino clave para poder siquiera vislumbrar un futuro en este mundo actual es la conservación de nuestro patrimonio natural. Y esa conservación debe empapar y teñir todas y cada una de acciones que realicemos. Y debe marcar todo rincón de nuestro territorio. De nuestros territorios....aquellos que llevamos dentro y que podemos elegir transformar! En Karukinka lo sabemos. En Karukinka lo practicamos. En Karukinka hemos encontrado la clave para hacerlo! Y lo que es mejor! Estamos dispuestos y ávidos de compartirla!!

martes, 18 de septiembre de 2012

Biodiversidad chilena, la clave olvidada de la soberanía nacional


Celebramos por estos días, como hace más de 200 años, la independencia de nuestro país, un proceso en el que hemos ido definiendo un territorio, un espacio marino, y una serie de elementos (algunos oficiales y otros de facto) con los que nos sentimos identificados, y que más o menos usamos para definir lo que es ser chilenos.                                                             Sea porque somos un pueblo que se ha hecho a pedazos, construyéndonos sobre los aplastados restos de la América original; sea porque por centurias hemos desdeñado nuestros pueblos originarios; sea porque las decenas de oleadas de inmigrantes posteriores añoraron en demasía su tierra original y no pudieron ver la riqueza con que los recibía esta tierra, o quizá por otras mil causas individuales o mezcladas, la cosa es que a la construcción de nuestra nación todavía le falta el soplo final. Ese que da la vida real y no constituye sólo un pulso artificial suficiente para crear un ente, pero inútil para generar un ser. El soplo que la haría caminar erguida, con paso firme. Aquel que le haría correr la sangre caliente por todas sus venas, bombeadas con un corazón fuerte a un cerebro activo, capaz de discriminar cuentas de collar de la riqueza verdadera.
La esencia de nuestro país, tal como la esencia de una obra de teatro no son sus actores, ni es su guión, ni es la escenografía, sino que es la relación que se establece entre ellos en el momento de ejecutar la obra. Es el magnífico producto que resulta de vivir una vida en un entorno dado. Ese entorno es la matriz que permite el resto. Determina el ser o el no ser. Es el soplo inicial y final a la vida. A nuestras vidas.
La soberanía que estamos construyendo resta completar su parte más importante: integrar el enorme y rico entorno natural que se despliega de variadas formas a lo largo y ancho de Chile- marytierraincludios. A nuestra soberanía le resta anexar los territorios más ignotos: la enorme diversidad de especies, ecosistemas, poblaciones de plantas, animales, hongos, bacterias, virus, y todo lo que ellos hacen por separado y en conjunto, que habitan e insuflan vida a nuestras vidas a lo largo y ancho de Chile-marytierrainclidos. A nuestra soberanía le resta aún abatir al enemigo más fuerte que tiene Chile: su ignorancia y desdén sobre el entorno natural (o biodiversidad) que sostiene cual fértil e irrigado útero, a toda nuestra nación. Y que podría permitir el nacimiento de un nuevo Chile, con una expectativa de vida mayor y mejor que a la que podremos aspirar hoy.

Resulta difícil captar algo tan gigante, al mismo tiempo tan frágil, a la vez que tan crucial para la vida de nuestra nación como es la biodiversidad que la sostiene. Pero que existe. Es difícil más aún considerando que el camino que hemos recorrido hasta ahora ha sido a espaldas de ella. Hemos llenado nuestras vidas de especies que no son nuestras, las cuales hemos instalado en plazas y parques a lo largo de Chile. Nuestros textos de estudio y cuentos infantiles están plagados de relatos de especies lejanas. Salvajes selvas y animales africanos, escenarios de otras vidas y otras naciones. Hemos construido un país a jirones, con trozos prestados, raídos y desgastados.
Resulta particularmente difícil medir el enorme valor de algo que desconocemos. Y que por lo mismo, no hacemos ni el más mínimo esfuerzo por conocer. Un ciego con ojos sanos...cómo es posible iniciar su proceso de curación!

Estamos en eso. Yo estoy en eso. Y por lo mismo sólo puedo pensar en que la construcción de nuestro país está en eso: en construcción. Y que la cáscara de esta joven nación que hoy tenemos debe ser completada con su interior: la más pura y chilena savia que pueda existir nunca -su biodiversidad. Diversa y desconocida. Amenazada y desconocida. Rica y desconocida. Única y desconocida.

Pensando en las celebraciones dieciocheras del futuro, a 200 años de distancia de hoy día, sólo puedo estar cierta de una cosa: sea cual sea la identidad que tengamos como país, podremos llegar a esas celebraciones si tenemos vida en nuestras venas. Y que esa vida -nuestra biodiversidad- es nuestra mayor riqueza. Y es nuestro deber comenzar a vencer hoy aquellos enemigos internos que nos impiden verla, atesorarla, restaurarla y honrarla.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Conservación marina en Chile...enhorabuena! Navidad está llegando!

Estuvimos la semana pasada en Navidad (Región del Libertador), conociendo el trabajo, empuje y visión para el desarrollo con conservación de la comunidad de la zona. Esta visita forma parte del programa de ecología, conservación y desarrollo que realizamos con la Sociedad de Ecología de Chile, el Ministerio de Medio Ambiente, bajo el apoyo y motor de la Red de la Alta Dirección de la Universidad del Desarrollo. En ese programa visitamos y conocemos de primera mano, experiencias en las que las ciencias, el bien común, la participación de las empresas y la gente se unen para sacar adelante iniciativas fantásticas.
 

Y en Navidad compartimos con su Alcalde Horacio Maldonado, quien basado en su experiencia personal (de pérdida de valor productivo de la tierra, derivado de la agricultura pobremente manejada que deridó en gran erosión de su región...la que se ve por todas partes) entiende a cabalidad la necesidad de desarrollar y apoyar iniciativas de conservación de biodiversidad. Y la necesidad de hacerlo desde el lugar en qué pasan las cosas.



Y es así como Horacio ha sido un férreo defensor de la idea de proteger parte de la costa de su Comuna, la que tiene el único banco de algas en 200 km de costa, y que sostiene no sólo a un montón de especies de mariscos, sino que provee de la materia prima que alimenta los recolectores de algas de su comuna. Se ha apoyado en un equipo técnico capaz y comprometido, liderado por Leonardo Peralta y Patricio Martínez, quienes empujan día a día la maquinaria burocrática para sacar adelante grandes ideas, con los limitados instrumentos públicos-siempre cortoplacistas, siempre escasos. Y también está el motor científico detrás, una pieza provista por Stefan Gelcich, quien lleva las ideas, la discusión global, lo último de la ciencia a Navidad. Y más importante aún, lleva desde Navidad al mundo las ideas, la discusión local y la ciencia patria a otros rincones de nuestro planeta azul.

Y la pieza más atractiva de todo este grupo (a mis ojos claro está!) es el poder de mujer que hoy por hoy da marca y sella este hermoso paquete de ciencia, participación, visión, empuje. Su nombre es en este caso Cecilia Masferrer, uno más de los mil nombres de mujeres que trabajan día a día, en todo Chile, para sacar adelante y realizar sus visiones. Cecilia, presidenta de la Federación de Pescadores de Navidad, dirigenta del Sindicato, activa ciudadana vecina, trabaja identificando y reuniendo voluntades, dineros y apoyos varios. Día a día, con tantas ganas! que con sólo estar a su lado unos minutos, una se salpica de entusiasmo y esperanza.

Cecilia espera que se de el OK oficial a la declaración de Santuario de la Naturaleza a ese pequeño, pero poderoso pedazo de costa navideña. Pero mientras eso sucede, ya ha levantado una planta de procesamiento de algas, ya ha armado y probado máquinas de corte de algas, recetas variadas para las algas: mermeladas, fideos y hasta chupetines de cochayuyo para los chicos! Ya ha recibido el apoyo de muchos, y ha levantado su tanto con un poquito de dinero! Casi una nada! Lo que no está en cash, se suple con voluntad y convicción. Y cómo no! también en el apoyo de toda su gente: Roxana, por ejemplo. Quien está empeñada en sacar adelante un proyecto de engorda de lisas! Presidenta del único sindicato de pescadores de agua dulce que existe en Chile, Roxana intenta recuperar esta pesca, la cual se ha visto afectada desde hace años: la agricultura sin restricción ha llenado el río de nutrientes, sedimentos; la represesa (no la de Patagonia, sino la de Rapel), el terremoto, y quién sabe qué otras causas.

Un centro de energía de la más pura, más fuerte, más inspiradora que haya visto en tiempos! Quiero aprender de ellas! Llevar parte de este fuego a nuestro trabajo de conservación marino en la costa de Karukinka en Tierra del Fuego! Como la llama olímpica, espero podamos ir encendiendo antorchas de conservación a lo largo de la costa chilena. Que nos alumbren como faros y nos muestren un camino seguro para nuestro país, para nuestros hijos, nuestro futuro, que podamos caminar en conjunto!

lunes, 27 de agosto de 2012

Conociendo de biodiversidad amazónica, para abrazar la conservación en Chile - 6. Amenazas, esperanzas, desafíos...todo patente en Samiria!

Tuvimos tres noches de búsqueda en el río Samiria. En cada una nos embarcamos en delicadas canoas y con foco en mano íbamos tras caimanes. Especie ancestral, apetecida en el comercio local por su carne, e importante indicador del ecosistema. Tres especies merodean esta zona, cada una un atractor de cazadores, los que buscan su carne y cuero. El objetivo del monitoreo es llevar registro de sus poblaciones e informar con ello su manejo, tanto a la población local, como al gobierno. Hoy me embarco por última vez en la búsqueda nocturna...gran decisión pues un monitoreo sencillo trasnformó la última noche en el río Samiria en una memorable experiencia de conservación.
 
A los pocos minutos de navegación un pequeño caimán hembra. Sólo cuatro o cinco meses antes, su madre puso los huevos de los que nació. Hoy se refugiaba entre la vegetación y con ello facilitaba nuestro trabajo de captura. Nuestros biólogos lo tomaron, y en pocos minutos ya habían registrado la información de rigor: tamaño, peso, sexo y por supuesto especie. Luego capturamos un segundo, muy parecido al primero en tamaño, pero otra especie muy diferene.

Pero la navegación y la noche aún no acababan. Luego de unos minutos, en lo que pensamos sería lo más sorprendente de toda la velada, nos topamos con un magnífico caimán de casi cuatro metros nadando a centímetros de la canoa... que por favor no saquen del agua! Pensaba ….pues con un solo coletazo nos tumabaría a todos y a todo. Obviamente los expertos nunca pensaron en capturarlo, y las mediciones de rigor fueron estimadas (en base al ojo o la experiencia…que es lo mismo). Un animal de ese tamaño es imponente…pero más fuerte para mi fue constatar que su presencia data de millones de años en el pasado. Una cápsula del tiempo traída hasta nuestro tiempo por la naturaleza. Impactante también el estado del animal: había perdido un ojo, probablemente por la acción de un cazador furtivo. Las amenazas sobre la bioversidad están allí...en nuestras narices.

Al final del recorrido, y como guinda granate que corona una torta esmeralda, pudimos observar una tortuga en la playa, en pleno proceso de postura de huevos. Silenciosa y quietamente la tortuga depositaba sus cristalinos tesoros en la arena del Samiria. Una gran emoción me embargó al ver esta hembra procreando...una esperanza de vida para la Reserva, un destello de éxito en un oscuro proceso de deterioro....Pero la verdad estaba allí, ya que tal como el caiman, la amenaza a las tortugas permanecía agazapada en la oscuridad y su presencia sólo se constataba en una huella fresca de zapato: cazadores furtivos, dispuestos a llevarse a la madre, sus huevos, para venderlos en algún mercado local. Triste destino para un lindo ejemplar de vida, y penosa muerte para satisfacer un paladar local, pues las tortugas se venden vivas, con sus carnes expuestas luego de la extracción de su caparazón.

Pero más fuerte aún es el llamado de esta selva, y de todas las otras selvas del mundo, incluyendo la nuestra...la humana...a la mantención de estos tesoros de la naturaleza, de estas joyas de vida que nos dan vida... y todo lo maravilloso que viene con ella: su colorido, su frescura, la mañana rota por los trinos de aves, el agua fresca que corre por las montañas....la ola cristalina que sostiene la costa, la baya dulce de otoño, el relincho jocoso de los guanacos en los Andes...tanta tanta vida maravillosa!

Fotos son de Buchi, Merino, Saavedra