lunes, 26 de noviembre de 2012

Obsesiones que valen la pena, o reseña del Libro Humedales Costeros de Chile*

Dicen que los verdaderos autores llevan consigo una obsesión y proclaman/transmiten/escriben de ella siempre. Desde distintas trincheras, Andrés ha sido un autor que ha abordado el tema de los humedales chilenos desde hace años. No fue sorpresa por ello cuando conocí (y celebré!) la realización del libro Humedales Costeros de Chile, cuando orgulloso (como siempre!), Andrés Camaño compartía conmigo el estado de avance de este trabajo. Un aporte más de su tema. Una obsesión… que para alegría nuestra, se materializa hoy en este texto. El primero en su tipo, y valioso por muchas más razones que el contenido específico de sus capítulos.
 
Objetivamente el trabajo que tenemos hoy disponible reúne una parte importante de la información existente en torno a estos ecosistemas, en una porción crítica de nuestro país. Repartidos en menos de medio millar de unidades, los humedales costeros  de Chile central son el hábitat definitivo o de paso, de numerosas especies de plantas y animales, y otras cosas. Algunas conspicuas como el cisne de cuello negro, o más discretas como la malvita.

Tienen estos humedales una alta diversidad y complejas historias. Sintetizan estos ecosistemas la cuenca en la que están inmersos, conectan el mar y la tierra de manera discreta y permanente, y representan islas de dulce agua, las que como cuentas de collar se descuelgan a lo largo de la costa chilena, siendo de un extraordinario valor ecológico, económico y social.
En terreno algunos de estos humedales son reconocidos como tal, mientras que otros pasan desapercibidos ante peones y pajes. Ello a pesar que su aporte al bienestar humano es enorme, pues además del agua dulce, ofrecen una variedad de servicios tanto materiales como de los otros, críticos para sostener a las poblaciones humanas y sus variadas actividades económicas.

El contenido de este libro es un esfuerzo por correr el velo que ha cubierto estos ecosistemas por décadas, y será tarea de cada lector encontrar allí la información que necesite. Más importante para mí hoy, es destacar aquellos aspectos menos obvios y más subjetivos, que me parecen extraordinarios de este trabajo. Y que considero representan lecciones que bien merecen la pena ser promovidas e idealmente aprehendidas con su lectura.
En primer, lugar la génesis de esta obra se ha dado en un espacio singular: aquel que se crea cuando la academia y la industria se reúnen de manera positiva y proactiva. Bien sabido es que estos espacios de interacción positiva son deseables y necesarios para avanzar, no sólo en la generación de conocimiento, sino especialmente para la promoción y uso del mismo en el mundo verdadero. Aquel que existe más allá de las aulas. Y que necesita nutrirse de razón para resolver problemas tan diversos como urgentes.

El deseo de interacción es sin embargo una consigna que pocas veces logra hacerse carne, y que en menos ocasiones aún, logra producir legados tangibles a escala humana. Este libro de Humedales costeros, es un ejemplo concreto que otro mundo es posible. Y que la construcción de ese universo (todavía paralelo) requiere voluntad y capacidad. Ambas demostradas acá por Andrés y José Miguel, al reunir en torno a un interés común, a más de una treintena de autores nacionales provenientes no sólo de las mejores unidades académicas de Chile, sino de otras esferas donde también hay talento e igualmente se aporta al proceso del conocimiento, como puede ser el mundo público, consultoras, ONGs. Esta integración genera no sólo inteligencia compartida, sino que abre otros espacios como la confianza, fértil sustrato para la construcción de bien común.
En segundo lugar resulta significativo que este libro haya sido gestado en el seno de la industria forestal, del cual Andrés forma parte. Un pilar actual de la economía nacional, el que dada la naturaleza de nuestra legislación ambiental y de la propia industria, se ha desarrollado al borde de esfuerzos más organizados de regulaciones ambientales, como por ejemplo evaluaciones de impacto ambiental. Sin estar obligada a nada, y por voluntad soberana,  esta industria de la mano de Andrés Camaño ha decidido ir por más. Ha resuelto romper barreras culturales, institucionales, y fomentar el desarrollo de vínculos tan obvios como innovadores: como son la generación de conocimiento científico al alero de la producción. Como es la generación de valor compartido, al alero de la inversión. Como es la construcción de un legado nacional al alero de utilidades de carácter privado.

Si otras inversiones millonarias en Chile, como lo es la inversión forestal de Arauco, siquiera remedaran el ejemplo entregado por esta industria e invirtieran en el desarrollo y fortalecimiento de investigaciones científicas, de formación de recursos en ciencias, de promoción del conocimiento científico, créanme que otro sol saldría para Chile y ciertamente existiría otra visión de ecosistemas críticos, como los son estos humedales que hoy nos convocan.

En tercer lugar debo destacar el intento que hace este libro por llamar la atención sobre la gestión sustentable del capital natural que sostiene nuestra economía, y más. Pero así como la acumulación de información no necesariamente conlleva el desarrollo de la ciencia, de la misma forma la asociación entre academia e industria no necesariamente resulta en gestión sustentable.

La sostenibilidad es un objetivo que conlleva un nivel diferente de integración y complejidad, y que depende del entendimiento y aplicación de disciplinas críticas como puede ser la conservación de la biodiversidad (mi propia obsesión!), uno de cuyos objetivos fundamentales es planificar el desarrollo de actividades humanas considerando la mantención o enriquecimiento del capital natural del cual depende total y directamente.

Este libro aborda de manera somera temas relacionados a la gestión sustentable, constituyendo un primer paso en dicho camino. Incluye aspectos importantes como la identificación y caracterización de los humedales, el estado de conservación de algunos de sus componentes, la presencia de áreas protegidas, entre otras. Afortunadamente deja abierta la puerta para la realización de su versión 2.0 la que debiera incluir de manera explícita la relación humanos-humedales, así como la integración explícita a la gestión de la industria la conservación de estos ecosistemas.  

Desde Arica a Cabo de Hornos, día a día, grupos humanos diversos se relacionan con humedales costeros y dependen de ellos. Desde pequeñas comunidades hasta corporaciones gigantescas usan, abusan, toman decisiones o padecen las decisiones de otros. Tal como hoy, gracias a este libro comenzamos a conocer las bases ecológicas que caracterizan estos ecosistemas, esperamos mañana conocer y entender estas relaciones. Y con ello cimentar una base realista y sólida sobre la cual construir definitivamente su gestión sustentable.

Especialmente importante es el hecho que la gran mayoría de estos ecosistemas carecen de protección oficial, y se encuentran inmersos en mares de propiedades privadas, recibiendo de manera directa o indirecta las decisiones de numerosos e ignorantes usuarios. Actividades clásicas como desarrollo urbano, agrícolas o forestales, instalaciones industriales, son hoy día vistas como amenaza a la conservación de estos humedales a lo largo de Chile. Y es justamente este espacio el que podría ser colonizado por industrias relevantes, las que más fácil y efectivamente podrían aportar a la conservación de estos ecosistemas, haciéndose cargo de la información que hoy poseen, reconociendo su valor relativo y absoluto,  y gestionando su propio desarrollo en torno a la mantención y recuperación de estos vitales ecosistemas.
De la lectura de esta obra, debo destacar finalmente el hecho que los humedales han sido la columna vertebral del poblamiento de nuestro país. Cuando Chile no era Chile, ya los humedales costeros de Arica estaban siendo ocupados por los Chinchorro, y probablemente refrescaban la frente de los artesanos expertos en momificación. Más al sur, humedales como Quereo, El Yali, y tantos otros, sirvieron de abrigo y fuente de materias primas, además de alegría y alimento a los pobladores que por milenos pulularon las actuales costas nacionales.

Al menos 6000 años de historia in-interrumpida de humanos-humedales. Miles de generaciones usando, conociendo, valorando, estos refugios naturales. Este texto constituye un sólido y novedoso eslabón en este devenir. Pensando en el futuro, en los próximos 20, 50, 100 ó mil años, cabe preguntarse cuáles son los desafíos que debemos asumir hoy día para pensar en darle sostenibilidad no sólo a los humedales de la costa o las industrias nacionales, sino para asegurar la persistencia de nuestras propias poblaciones.
Con este libro en la mano, siento que ya estamos transitando esa ruta. Y espero que el espacio del conocimiento que hoy se ha generado, sirva de campo fértil para continuar la siembra.

Que el ejemplo de Andrés y José Miguel pueda servir de inspiración y modelo para los tantos otros intentos que son necesarios (desde la academia, de la industria, del mundo público, desde las comunidades) para construir ese futuro lejano. Que comienza hoy. Y que si seguimos este ejemplo, probablemente no termine mañana. Felicitaciones! Y gracias.
*Comentario realizado hoy en la Universidad Católica de Chile, en la presentación del libro: Fariña JM & A Camaño (eds) (2012) Humedales costeros de Chile. Editorial Universidad Católica de Chile, Santiago.

sábado, 24 de noviembre de 2012

La bolsa o la vida? Sorteando los plásticos del fin del mundo

Llevo dos días viajando. Salí primero de Santiago a Punta Arenas por aire, para embarcarme en un barco de exploraciones científicas que me llevaría al Seno del Almirantazgo, el corazón de Tierra del Fuego. Este viaje es el resultado de otro diferente iniciado el año pasado, en el que nos ambarcamos en la construcción de un sendero memorable: La Paciencia. Que pausadamente corre bajo los bosques de Karukinka. Mi destino, junto con el centenar de visitantes que me acompañaba, era Bahía Jakson: uno de los sitios más escondidos y memorables del Seno.

A esta Bahía (como casi todo el resto de Karukinka) se accede por mar o a pie. Muy poca gente la conoce, pues nevegar estas aguas o caminar estos parajes requiere ciertas condiciones poco comunes. Vecinos nuestros de Caleta María, que por años han visitado el fondo del Seno, nunca han podido llegar a esta Bahía. Hacia el sur, el río Azopardo impone un límite tumultuosamente turquesa. Hacia el norte el Cordón Valdivieso, desgajo de la cordillera Darwin con alturas de 1000 metros, actúa como muralla de granito bañada en glaciares azulosos.

Antaño, cuando todo el Seno era explotado por su madera, hubo presencia humana en la bahía. Hoy, tal esta área es refugio de flora y fauna tan bella como diversa. Erguidos guanacos recorren su costa, escampando el invierno, refrescando sus veranos. Cóndores por doquier: en riscos, en árboles, encumbrados por las corrientes fueguinas, recorren los siempre cambiantes cielos de Karukinka. Patos y aves pequeñas revolotean en las aguas, ríos o bosques. E incluso elefantes marinos! Estos impactantes "paquidermos antárticos" descansan aquí del hostigamiento de turistas, capean este nuevo y calentado mundo, tratando de recuperar el tiempo perdido.

Un paisaje idílico. Un destindo mundial. Un pedazo de cielo en la Tierra (del Fuego)! Y lamentablemente el destino de miles de miles de bolsas y desechos plásticos tan variados como repugnantes. Basura local, agrediendo silenciosamente un destino mundial. Un ejemplo más de nuestro mundo moderno (cuando yo era niña no había bolsas de plástico!) agrediendo a nuestro mundo futuro. Sentí vergüenza. Sentí impotencia. Otra muestra de cómo decisiones simples esperan ser tomadas por los visionarios y aguerridos constructores del nuevo siglo. Los políticos de hoy que podrían ser referentes del mañana!
 
 Patagonia! Magallanes! Tierra del Fuego!Destino de expediciones y materializador de sueños! Corazón del mundo verde nacional y sustrato del turismo por venir! Prístinos destinos en un mundo hipertrofiado! Sostenedores de la construcción del futuro en el sur del mundo!

Qué tan difícil puede ser no usar más bolsas de plástico en estas tierras? Una propuesta simple, limpia, visionaria, necesaria, esperanzadora, divertida, desafiante, grande! Como Magallanes. Como el futuro. Como las que envidiamos de los países desarrollados. Como las que queremos de nuestros dirigentes de hoy. Las podemos implementar porque tenemos ganas y coraje. Y porque tantos otros ya lo han hecho! ....y han sobrevivido....




Las fotos son de A Vila, C Silva-Quintas, G Wenborne y R Muza

domingo, 11 de noviembre de 2012

Costas de Patagonia y Tierra del Fuego: el Dorado del siglo XXI

Después de mucho esfuerzo, estimulados y apoyados por fondos Innova-Corfo, logramos contactar a uno de los líderes globales en ecoturismo: Lindblad Expeditions y traer su mirada a nuestro proyecto en Tierra del Fuego. Es un mandato nacional, un anhelo regional, un pilar sobre el cual impulsar y hacer crecer Magallanes: el turismo de intereses especiales. Ese turismo que se acerca a pasos agigantados y que en Patagonia podría crecer gustoso: cobijado (y cobijando) una naturaleza extraordinaria; extasiado de paisajes sin límites (y pudiendo crecer de la misma forma).  Uno de los inventores de este tipo de turismo. Uno de los referentes globales. Ofrece expediciones muy sencillas: donde se visitan lugares de naturaleza extraordinaria; y donde se pueda conocer los esfuerzos de científicos por conservarla. Galápagos. La Antártica. Groenlandia. Son algunos de los destinos de este grupo. Largos y dedicados viajes de conocimiento, exploración y delicado goce.

WCS, con su larga y atractiva experiencia en conservación en las costas de Patagonia, hizo notar el enorme valor de estos mares, y de los esfuerzos variados por protegerlos. Uno de los más notables ciertamente es nuestra bella Karukinka, en Tierra del Fuego. Y Lindblad se animó a visitarnos. En un mes se vendió todo el crucero. Cupo para unas 150 personas. A varios miles de dólares cada uno. Listas de espera para los próximos viajes.

National Geographic Explorer en las costas de Karukinka
No hay duda que estos mares siguen atrayendo los exploradores del nuevo siglo. Las costas de Patagonia, nuestras costas, están en la mente y corazones de los argonautas de esta nueva era. Esta vez el vellocino que buscan es verdeazul. Y está en nuestra tierra. En nuestra Patagonia.

Y nosotros en Karukinka hacemos un esfuerzo por conservarlo, darlo a conocer, promoverlo, y por sobre todo: convencer a los chilenos que tenemos el oro del nuevo siglo en nuestras tierras. No mentían los nativos originales. No se equivocaron los colonos aquellos.  El Dorado existe. Está en nuestro sur. Y vale más que oro, pues es vida pura.

Bahía La Paciencia y glaciar al fondo, todo en Karukinka,
Tierra del Fuego
Tenemos una de las riquezas mayores del mundo: la inmensa y bella vida silvestre de Patagonia. Un bien que casi no existe en el primer mundo, y que cada vez será más valorado en un mundo hipertrofiado de gentes, ciudades, tecnologías.

Podemos comenzar a darle valor hoy. Generar y aprovechar oportunidades como las de Lindblad. Promover nuestras tierras a los cuatro vientos. Atraer visitantes especiales. Que puedan valorar y aportar al desarrollo con conservación de nuestros parajes. Ese es el compromiso de WCS en Karukinka. Estos son nuestros primeros pasos hacia ese futuro.