sábado, 10 de diciembre de 2011

Chile, una gran montaña*

Descolgado de la Cordillera de Los Andes y con sus faldas empapadas por el océano, Chile es prácticamente sólo una gran montaña. Este rugosa plataforma alberga una biodiversidad extraordinaria de paisajes, comunidades de plantas y animales (incluyendo a los grupos humanos), de singular valor, muchos de ellos propios y únicos de nuestro país. El Lago Chungará o lo salares altiplánicos, sostienen especies de peces, artrópodos y aves como los flamencos, únicos por su belleza. 

Las cumbres de Los Andes, desde Arica a Tierra del Fuego, están coronadas por gélidas gemas glaciares, que dan vida y sostienen los ríos que nutren nuestro país. Las montañas de Chile sostienen los ecosistemas boscosos más extraordinarios de esta parte del mundo incluyendo: el maravilloso bosque esclerófilo, la sobrecogedora selva fría, o los vastos bosques templados de Patagonia.

Diferencias de altitud, historias geológicas de variado calibre y antigüedad, sazonados por chorreos  volcánicos frecuentes, las montañas de Chile han generado una variedad enorme de hábitats a lo largo de su existencia, los que han servido de escenario para la puesta en escena de apabullantes historias evolutivas, y producto de ello una biodiversidad que no tiene réplica en el mundo.  


Es esta biodiversidad la que ayer y hoy (y esperamos que mañana) ofrece servicios claves para el bienestar de nuestra población, incluyendo: el suelo y agua que sostiene la agricultura que nos alimenta; la minería nuestra de cada día, o la industria forestal nacional. 

El valor del patrimonio montañoso de Chile se va los cielos, si consideramos el deleite permanente que ella ofrece a nuestros ojos y espíritus. Cada vez  que subimos un cerro, admiramos un colosal bosque de alerces o araucarias, refrescamos nuestros corazones a los pies de una cascada, o simplemente sentimos el aleteo de los cóndores sobre nuestras cabezas.

La montaña nos ha provisto de papas, choclos, ganado, piñones, yareta, rica-rica, tejuelas, quínoa, hielo, agua fresca. Nos ha refrescado con su viento, ha albergado poetas. Será esta misma montaña la que servirá de refugio o corredor para resistir o escapar de cambios futuros, como el climático. Somos hijos de Los Andes, somos padres de su destino. 


*Publicado en Club Lectores El Mercurio
Fotos de Wenborne, Muza, Silva 

No hay comentarios.: