lunes, 30 de mayo de 2011

La naturaleza hace bien! acá, allá o en Patagoniá!

La semana pasada, entremedio de toda la ebullición por las aguas del Río Baker, leí dos comentarios dramáticos, no sólo por lo equivocados, sino porque me parece que son creencia de la mayoría: que "la naturaleza es algo que queda lejos", y que "las personas merecen más protección que los árboles". En el primer caso se piensa que la naturaleza es algo perdido, que queda en algún lugar alejado de Patagonia, o en otra parte del mundo, y que definitivamente está fuera de la vida de la gran mayoría de las personas. Y en el segundo caso, el comentario supone que es posible proteger a las personas por sobre otros componentes de la naturaleza, como si la especie humana pudiese vivir en un mundo vacío de otras especies.

En ambos ejemplos se refleja la idea que la naturaleza (o biodiversidad) y el ser humano son dos cosas independientes y separadas, y que sea lo que sea que estamos decidiendo, tenemos que elegir entre una y otra: o la naturaleza o "nosotros".  Disyuntivas fuertemente arraigadas en la gente, pero que no son en absoluto reales. Esta creencia está tan profundamente errada, que sus efectos saltan a la vista por doquier hoy día, siendo en gran parte responsable de los graves problemas medioambientales que vivimos todos, en nuestro planeta. 

La naturaleza es la que sostiene la presencia de los humanos en la Tierra, directa o indirectamente, lo veamos o no, nos guste o no. Todo el aire que respiramos, toda el agua que bebemos, todos los alimentos que comemos, todas las casas que construimos, la ropa que vestimos, y mucho más, está directa o indirectamente relacionada con la naturaleza. Y mientras más y más sana sea el estado de la naturaleza, en toda su complejidad, mejor será la calidad de vida de nosotros los humanos, y mayor bienestar tendremos. Y mientras mejor tratemos a la naturaleza, aquí, allá, en la China o en la Antártica, podremos aspirar a disfrutar de este bienestar por un tiempo más prolongado.

La naturaleza nos hace bien. La veamos o no. Vivamos en Conchalí, Paso Hondo o en Curepto. Y nos damos cuenta de lo mucho que la necesitamos cuando nos falta, pues es allí cuando queda la embarrada. Cuando sobrepastoreamos los cerros de la IV Región, con cabras que son especies introducidas, perdemos la cobertura vegetal clave para mantener el ciclo del agua. No llueve, los pozos se secan, la hambruna arrecia. Millones de pesos invertidos año a año para asistir (no resolver problemas) a comunidades de agricultores y cabreros. Sin cubierta vegetal se pierde el suelo. Sin suelo, no hay agricultura. Chile potencia agrícola? con qué ropa! perdón, con qué suelo? 

En Santiago, la naturaleza nos falta cada invierno, cuando llueve y el agua corre por las calles, lavando pavimento, autos, casas, y todo a su paso. Cuán diferente serían nuestros inviernos, si tuviésemos forestadas todas y cada una de las laderas de nuestra precordillera. Con boldos, peumos, quillayes, lingues, y todo un montón de especies chilenas, únicas en el mundo. Haciendo lo que hacen: afirmar y generar suelo, captar aguas, rellenar las napas subterráneas, y servir de esponja natural para absorber y almacenar el preciado elemento. Cuánto nos hubiésemos ahorrado de muerte y sufrimiento el año 1993 si hubiésemos tenido esa naturaleza en la Quebrada de Macul! dispuesta a aguantar y frenar el aluvión de ese día

Y la naturaleza nos falta cada vez más, cuando queremos cosechar locos, o machas  de nuestras costas! Si hubiésemos cuidado nuestra naturaleza costera, seríamos capaces de tener poblaciones bullantes de estas especies a lo largo de Shile, reproduciéndose y restaurando año a año las costas. Y si tuviésemos la naturaleza que teníamos, no enfrentaríamos cada año más y más severas mareas rojas, obligando a nuestros pescadores a permanecer de brazos cruzados mientras se calma el azote escarlata.

De vuelta a Santiago, ahogados en medio de una nube tóxica de smog, pensamos en qué bueno sería tener nuestra naturaleza metida en cada rincón de la ciudad. Con árboles nativos en cada calle, cada plaza, en cada rincón de nuestras vidas, que no pierden sus hojas en invierno, que usan poca agua, captando carbono y ayudando a limpiar el aire día a día. Y liberando precioso oxígeno durante la noche. Y cuánto nos ayudaría tener de vuelta la naturaleza en Santiago, poblando los cerros de Renca, de Chena, incluyendo no sólo plantas nativas, sino animales también. Cómo nos vendría de bien, ver pudúes y guanacos, y huemules en los paseos de curso al cerro! Y tener en las plazas chercanes, queltehues, fío fíos, diucas, jilgueros, cometocinos, y tantos otros bichos bellos que son nuestra naturaleza!

Y mucha falta nos hace también mantener la tan mentada naturaleza en lugares muy remotos como Tierra del Fuego, donde la actividad económica principal que es la ganadería, requiere de pastos vigorosos, que casi no existen, pues la tierra se ha agotado en más de un 75% por años de sobreexplotación y por la llegada de malezas. O en Isla de Pascua, donde volamos todos los árboles nativos. Elegimos allí a las personas por sobre los árboles! Y el resultado no fue el más idílico para los pascuenses, que casi se extinguieron del lugar, por hambre! Hoy es re' poco lo que se produce en esa tierra, la que depende casi totalmente del continente para subsistir. Recién ahora se intenta recuperar algunos árboles, a costos altísimos, y probablemente no seamos capaces de traer de vuelta sus bosques nunca... Y qué bien que nos haría tener de nuestro lado a la naturaleza cada vez que deseamos comer merluza frita, o jurel en escabeche, todas especies naturales que poblaban por miles nuestro mar, y que naturalmente ya casi no existen, pues han valido siempre menos que los humanos! Como éstos hay mil ejemplos. A lo largo de nuestro país, a lo ancho de nuestro mundo y en lo profundo de nuestros mares y lagos.

La verdad, tal como que la tierra es la que da vuelta alrededor del sol (y no al revés!), es que somos naturaleza, y dependemos de ella en toda su complejidad y grandiosidad para poder seguir existiendo. Y la necesitamos donde estemos, y donde no estamos también, la veamos o no. Y mientras más pronto podamos entender esto, más pronto podremos comenzar a resolver los muchos problemas ambientales que nos hemos creado, justamente por pensar que la naturaleza está lejos de nosotros y por sentir que las personas pueden sobrevivir sin ella.

La mirada del mundo desarrollado: el ejemplo de Inglaterra. Somos o no somos los ingleses de américa?

8 comentarios:

catalina dijo...

Exelente Negra!! lo postearé en mi Facebuk..besos!

agrez dijo...

Buena Bárbara,una versión resumida para el EMOL!!

Merita dijo...

Excelente cuestionamiento! Es una pena que tan pocas personas se lo hagan hoy día, y sobre todo, aquellos que consideran que "sus necesidades energéticas" son prioridad. Mucha gente que proviene del "cemento", olvida cuál es su verdadero origen.....
Gracias Bárbara por este "aterrizaje".

@lasnibat dijo...

Bravo!
Al EMOL directo! Lo difundiré entre mis pares...
Abrazo,
T.

Carlos dijo...

Muy bueno!!
Lo feisbukearé
Un Abrazo, Bárbara

Loxosceles

Bárbara Saavedra dijo...

Qué entusiastas comentarios! Gracias por el apoyo y seguimos con más ganas entonces!

Consuelo dijo...

Sin la naturaleza no vivimos ... Porque somos gente de la tierra todos, del Norte al Sur y del Este al Oeste.

Besototes.

Anónimo dijo...

Muy bueno, te felicito.