viernes, 10 de junio de 2022

The Venice Agreement on Peatlands: locally together for hope*

Facing an undeniable climate and biodiversity crisis, we may tend to think that there is nothing more than an obscure future…and that such a dark and dry future is the best one we can aspire to.

We even have been taught that the future is something we don’t have the key to knowing. Or creating.

But the truth is that after our collective 600 years of learning, experiencing, imagining, and constructing, we actually know how the future can be ignited and transformed into infinite possibilities. And we can do so by conserving our peatlands locally, now.

Today, Global Peatland Day in 2022, we are bringing here a plan: The Venice Agreement. A memory of a future that can be. A compass to get lost in the finding of new worlds, new imaginations, and new futures.

Today The Venice Agreement starts to exist. The wisest, truest, most committed, most

experienced, most tangible, most real, most diverse, and, above all, the strongest call for the recognition, appreciation, and effective care of peatlands in each territory of this planet.

We aspire to The Venice Agreement can help free peatlands, can help them be seen in plenitude, help them to remain alive, and get involved in conversations that must never end: between peatlands, between people and peatlands, about possible futures, and future human well-being.

The degradation of our planet and its peatlands may ultimately be the failure of imagination, eclipsed by accountability systems that are not able to account for what really matters. And peatlands matter. By capturing carbon, they matter for climate change mitigation. By storing and purifying water, they matter for producing food, materials, and medicines.

By being, they became our ancestors, and in the future, they can sustain lives and livelihoods forever.

The tyranny of quantifiable distinguishes what can have monetary value, over those things we cannot assign value: private over common, efficiency over enjoyment and quality of life, utilitarian over the mysteries and means, and the treasure of having a purpose, being courageous, to make human life worth living. Through a collective work like the Venice Agreement, we invite each one of us to live the infinite lives of biodiversity and nature. Forever.

The tyranny of language is in part the failure of language and the speech to describe complex, subtle, fluent, and ubiquitous phenomena of life. Like peatlands. The Venice Agreement invites us to create new languages to name those things that need to be named. Things that need to be known if we expect to live, and let peatlands live a good living around the globe.

The Venice Agreement is full of stories, like mine, like Randy’s, like Hans, like Camila’s and Nancy, Suzanne, Jane, Jan, and so many others, who gathered here and around the world to share, and who now start to become part of an explosion of former silent stories, who can now be told, be learned and exist all over the world.

The Venice Agreement is released today. And like Pandora’s Myth, it is released to the entire World, locally. Unlike that Myth, Hope is what we are releasing first, along with knowledge, inspiration, love, and joy. Thanks to our commitment, unlike that old and well-known story, all these virtues are never to be put in a cage again.

Celebrating Global Peatland Day today, we invite you to join and add to this peatland protection movement on this vast planet of ours. We invite you to dissolve the cultural, financial, and social barriers, and assume the evident ecological fact that we all depend on nature, and the ethical/practical need to care for peatlands.

Let experience be bigger than knowledge. Let different experiences feed different "knowledges". Let peatlands feed our futures. Let peatlands be our future. Everywhere.

I thank you all from the deepest and darkest of my peatland heart.


*Closing speech presented for the launch of The Venice Agreement, Venice, Italy, June 2, 2022.

martes, 5 de abril de 2022

Fondo Naturaleza Chile: un punto de apoyo para saltar del dicho al hecho de la conservación de biodiversidad chilena*

Muy buenos días a todas y todos.

¡Hoy es un momento especial porque estamos celebrando un nacimiento!

Al mismo tiempo es un aro en un largo camino que venimos recorriendo desde hace rato, un montón de personas y organizaciones de la más diversa índole, cuyo origen exacto es difícil de precisar.

En mi mente, puedo imaginar que la gestación de esta criatura se conecta a la primera Reunión Regional sobre Fondos de Conservación en Chile que TNC organizó tiempos pre-históricos, en algún momento previo al 2009.

O sospechar que algún aliento le pudo haber insuflado Ricardo Bosshard de WWF por allá por el año 2012 cuando intentó mover la creación de un Fondo para nuestro país.

O soberbiamente pensar que WCS-Chile fue el responsable de esto cuando de la mano del MMA del 2017 con Ale Figueroa y Diego Flores, conectamos con el Fondo más famoso de la Región: Costa Rica por siempre.

La verdad es que estos no fueron sino aprontes que pudieron haber quedado en el olvido, de no ser por la materialización de la transformación más clave para la conservación: que es la colaboración efectiva.

Esto ocurrió verdaderamente el año 2018 cuando estas organizaciones nos reunimos en torno al liderazgo y amparo del Ministerio de Medio Ambiente, quien nos convocó junto a Oceana, y otras agencias del Estado como CONAF y Sernapesca, a iniciar un proceso estratégicamente cuidado que nos permitiera crear de una vez por todas este organismo que hoy ve la luz: El Fondo Naturaleza Chile.



Su gestación tomó cerca de cuatro años, y fue el producto de la convergencia, unión y por qué no decirlo amor y compromiso de muchas personas e instituciones, quienes trabajamos con visión y entrega, logrando articular nuestras diversas capacidades, sortear notables escollos y desplegar paso a paso un trabajo sistemático, permanente, y efectivamente colaborativo, el que esperamos sirva de impronta a este nuevo ser.

El paso que hoy estamos dando podría parecer pequeño…una fundación más…qué más da? …Por lo que es relevante recordar lo que verdaderamente está en juego acá.

Lo primero es reconocer que la biodiversidad (una definición actualizada de lo que antes entendíamos por naturaleza), es la única base biofísica que permite y sobre la que se sostiene toda la vida humana y, por ende, cada una de sus manifestaciones, sea ella social, cultural, y por supuesto económica.

La biodiversidad, abarcando desde sus genes, especies, y ecosistemas, conforma un andamiaje ecológico que permite mantener aquellos procesos fundamentales para el bienestar presente y futuro de nuestra sociedad. Y es justamente en medio de dicha trama ecológica donde nos anidamos los seres humanos, nuestras culturas y nuestras sociedades.

De este entramado ecológico obtenemos todo lo necesario para satisfacer nuestras necesidades: alimentos que tomamos o cultivamos desde ecosistemas terrestres, marinos y acuáticos. De esos mismos ecosistemas depende la producción del oxígeno que respiramos, la purificación del aire, la generación y mantención de suelo. Es esta trama natural y viva la que nos provee materias primas esenciales para construcción, medicinas, energía. En tiempos de cambio climático, es esta misma biodiversidad la que permite el control de inundaciones o aluviones, la amortiguación de olas de calor en ciudades como Santiago, la vital producción y mantención de agua dulce, la masiva captura de CO2 desde la atmósfera, y más importante aún la generación de posibilidades de adaptación a las poblaciones humanas a un mundo cada vez más caliente y seco.

A pesar de su importancia la especie humana ha modificado y degradado hasta lo impensable la biodiversidad, creando nuevos hábitats para sí misma como ciudades, cultivos, plantaciones, estepas ganaderas, parcelas de agrado, desconociendo que nuestra mera presencia y bienestar dependen finalmente de la existencia de naturaleza y biodiversidad íntegra y sana. En todas partes. Ese es el objetivo de la conservación de la biodiversidad, y este Fondo suma, a la todavía escuálida caja de herramientas para la conservación existente en nuestro país. Y que requerimos fortalecer con urgencia.

Al mismo tiempo debemos reconocer que la biodiversidad es una matriz ubicua, que se despliega en los territorios y maritorios, y nosotros como humanos somos sólo una especie entre los millones de otras taxa que conforman y dan vida a ecosistemas en cada rincón de nuestro país: nuestros mares, lagos, ríos, riachuelos, esteros, océanos, estepas, bosques, humedales, fosas oceánicas, cumbres altoandinas, turberas, salares, y muchos otros. Cada uno de ellos constituyen ecosistemas más o menos diversos, altamente complejos, pero por sobre todo idiosincráticos, propios de cada territorio, resultado singular de historias co-evolutivas antiguas, únicas e irrepetibles. Incluyendo nuestras historias humanas.

Dependemos como individuos y como sociedad de esta interrelación básica, indisoluble y vital que existe entre humanos y biodiversidad, la cual es la piedra angular sobre la que se sostiene nuestro sistema socio-ecológico nacional.

Y es justamente en dicha articulación, en ese mismo ángulo conector que el Fondo Naturaleza Chile espera focalizar su trabajo, canalizando recursos hoy escasos o simplemente inexistentes para traccionar adecuada conservación en los territorios, de la mano con las comunidades que día a día experimentan su propia degradación por el deterioro de esta matriz natural. Y sumando a los esfuerzos del Estado de manera colaborativa y articulada, en pos de objetivos compartidos.

Pues no es difícil entender que la naturaleza y biodiversidad de un país constituye su bien común más relevante y necesario de y para toda su gente. Más aún, su condición sistémica e integrada nos obliga a su custodia compartida.

Podemos creer observar o definir límites en la naturaleza, como pueden serlo el borde de un lago, las altas cumbres de una cordillera, o la ribera de este o aquel lado de un río, o una cerca de madera, o peor aún, una cerca electrificada. Se puede delimitar un puñado de árboles, o confinar en una red una masa de peces variados, que son recursos que obtenemos de la naturaleza, pero nunca podremos apropiarnos de la biodiversidad en su conjunto.

Todos y cada uno de los límites que nos esforzamos por levantar son imaginarios. Pues la biodiversidad, debido a su condición sistémica, está evidente o solapadamente siempre en conexión con otros factores, sean ellos vivos o inertes. Más aún, su integridad depende de la mantención de dichas conexiones las que le permiten persistir y florecer en el espacio-tiempo.

Tan evidente como lo anterior, es reconocer que las amenazas que degradan biodiversidad tampoco reconocen aquellos límites antrópicos. Por lo que factores degradantes como contaminación, fuego, especies invasoras, interrupción de ciclos naturales como el del agua, tienen efectos a nivel de sistema, tocando por igual, tarde o temprano, aquel trozo de naturaleza que creímos “nos pertenecía”. Y por lo mismo, los esfuerzos de conservación sólo pueden ser efectivos si se realizan en colaboración, de manera coordinada e integrada.

Es quizá este mensaje, que también es un ejemplo concreto, el subproducto más importante que nace de la mano con el Fondo Naturaleza Chile, pues hemos cuidado especialmente que su estructura refleje la integración propia de la naturaleza, dando espacio para la reunión de diferentes actores de nuestra sociedad y territorios. Es así que tanto su Directorio como su Consejo, -elementos esenciales de la gobernanza del Fondo Naturaleza Chile- están mandatados a contar con la presencia de diferentes actores societarios: pueblos originarios, academia, sector privado, ONGs, quienes con equidad de género deberán articularse con el Estado de Chile para gatillar y monitorear acciones que vayan en favor de la conservación efectiva de la invaluable biodiversidad de nuestro país. La protección de este bien común tiene el mandato natural de la colaboración y debe incluir el interés y quehacer no sólo del Estado, sino de personas e instituciones que puedan desplegarse y permanecer en la tarea de conservación a lo largo y ancho de Chile.

A pesar de su juventud, el Fondo Naturaleza Chile no está solo, pues nuestra biodiversidad es una puerta abierta a América y el Mundo. América Latina y el Caribe es la región más rica de biodiversidad del planeta. Sólo América del Sur posee más del 40% de la biodiversidad del mundo, más del 25% de los bosques, parte importante de sus océanos. Por siglos la biodiversidad de Latino América ha provisto alimentos, medicinas, y un sinfín de coloridos y valiosos productos al mundo. Hoy es una pieza clave para la regulación climática global, posee las mayores reservas de agua dulce del mundo, y ofrece los mayores y mejor conservados ecosistemas para mitigación y adaptación al cambio climático.

Los Fondos Ambientales tienen una larga existencia en nuestra Región, estando presentes en 20 países, para un total de 27 fondos que han movilizado US$1,4 mil millones de dólares hacia la conservación. El Fondo Naturaleza Chile ya forma parte de esta familia, ha recibido guía directa de uno de sus miembros más importantes: el Fondo Mexicano a través de su director de 25 años Dr. Rosenzweig, y que lleva décadas de exitoso funcionamiento. Esperamos apoyar y catalizar el crecimiento de este Fondo bebé al alero de la Red de Fondos Ambientales de Latino América y el Caribe, RedLac.

Así como la biodiversidad está en la base de nuestra sociedad, su conservación es esencial para la sustentabilidad. Justamente el desafío de la sustentabilidad planteado hace 36 años por Bruntland, es una urgencia permanente y cada vez más evidente en este mundo hiper-degradado, hiper-caliente, y más encima pandémico.

Debemos recordar que la tan mencionada sustentabilidad es un desafío que consta de dos partes: la primera es ecológica, y nos mandata a reconocer los límites de la naturaleza, haciendo un uso presente de la biodiversidad que no afecte negativamente el bienestar de generaciones por venir. Esta es la cara más conocida (aunque ciertamente aún no lograda) de la sustentabilidad, y debiera ser motivo de urgente y dedicada preocupación en un país como Chile, que hoy tiene la mitad de sus ecosistemas degradados o vulnerados, que tiene una riqueza cultural magnífica, y una economía que más encima depende muy directamente de la comercialización de una serie de recursos naturales que son provistos o sostenidos por nuestra biodiversidad.

Pero debemos traer a la memoria, la segunda parte de aquella invitación de Brundtland: que es su mandato social, el que se refiere a la construcción de equidad, como un fin y un mecanismo esencial de sustentabilidad, el que lamentablemente ha permanecido en segundo plano. Una pieza no funciona sin la otra, pues en su conjunto son las que constituyen el engranaje mínimo de la máquina de construcción de sustentabilidad.

Y es por ello que acertadamente el Fondo Naturaleza Chile tiene como foco los territorios y sus gentes, y espera crecer y ayudar a canalizar recursos a acciones de conservación efectiva en aquellos espacios donde día a día se trenza, remienda y protege la matriz socio-ecológica chilena.

Celebramos hoy día entonces el nacimiento de este Fondo Naturaleza Chile no sólo pensando en biodiversidad, sino como un aporte con base ecológica a la construcción y fortalecimiento de nuestra democracia. La presencia ubicua de biodiversidad en nuestro territorio, precisa de acciones de conservación descentralizadas y articuladas directamente con las comunidades que habitan, dependen y custodian este patrimonio natural que es a la vez propio y compartido. Por ello la tarea de conservación resulta esencial para la construcción de una sociedad sustentable, que sea ecológicamente sana y socialmente justa.

Como muchos recién nacidos afortunados, este Fondo viene con una marraqueta debajo del brazo. Ello gracias al respaldo del Congreso a través de actores como el Senador Lagos, quienes apoyaron al Ministerio de Medio Ambiente en la apertura de una glosa que permitirá sostener su primer año de vida y ayudar en sus primeros balbuceos. Como aquella princesa de cuento, el Fondo Naturaleza Chile posee además una serie de padrinos locales y globales que ayudarán a nutrir y fortalecer su existencia en sus primeros años de vida. Entre ellos organizaciones que ya han hecho, y esperan seguir realizando contribuciones como Packard, WWF, el BID, que aportaron a su gestación silenciosa.

La tarea de los Fondos ambientales no se restringe sólo a entregar plata, sino que más importantemente ayudan al Estado con la generación de capacidades y el levantamiento de estándares de conservación. Nuestro Fondo Naturaleza Chile nace con un programa de conservación marina que cuenta con un diseño detallado que articulará la implementación y gestión efectiva de la red de áreas marinas protegidas de nuestro país, la quinta más grande del mundo. Y que al día de hoy tiene un forado de financiamiento superior al 98%.

Siguiendo los estándares más avanzados de conservación, el programa de áreas marinas protegidas del Fondo Naturaleza Chile fue construido codo a codo con Sernapesca y el MMA para definir las acciones que son prioritarias y estratégicas para llevar las declaraciones de conservación del océano a realidades territoriales, esperando impactar en los próximos años cerca de un 80% de las AMP de Chile. Saltar del dicho al hecho, es el verdadero desafío actual para la conservación de la biodiversidad chilena y global. Y el Fondo Naturaleza Chile espera ser un buen punto de apoyo para ayudar en ese salto.

Han podido darse cuenta que la gestación y nacimiento de este Fondo ha sido un esfuerzo singular y hermoso, que ha requerido de compromiso y capacidades Institucionales como las que ya comenté, las cuales sólo existen cuando hay personas de carne y hueso que hacen la pega. Asumiendo el riesgo de dejar alguien fuera, quiero agradecer acá justamente a las personas que ejecutaron esta movida: Juan José Donoso, Diego Flores, Laura Cussen, Constanza Rodríguez, Claudia Silva, Richard Torres, Francisca Bardi, Rodrigo Catalán, Liz Van der Meer, Soledad Tapia, Ricardo Sáez, Rodrigo Guijón, Monserrat Moya.

Agradecer a los miembros del Directorio Provisorio Kathy Barclay, Francisca Tondreau, Erik Heyl, Michael Grasty, Eglé Flores, David Silva.

Quiero agradecer y dar la bienvenida al Directorio del Fondo: Hema'ny Molina, Dominique Hervé, Andrés Antivil, Antonio Lara, Laura Ortiz, Leo Prieto; así como a los 22 miembros de Consejo Ciudadano del Fondo Naturaleza Chile que lo apoyará desde diferentes partes de nuestro país.

Agradezco muy profundamente a todas esas personas que han puesto su empuje y corazón en esto, incluyendo muy especialmente a Carolina Schmidt y a Maisa Rojas.

Este Fondo resolverá todo? No. Nada lo hará. Pero marca un camino diferente, que esperamos sume a otras acciones públicas y privadas, locales y globales, que empujen y converjan a procesos de transformación que terminen en el cuidado permanente y mutuo de la naturaleza y las sociedades. Este por lo demás es el mandato de las organizaciones globales especializadas como IPBES o IPCC, tan connotados por estos tiempos.

Bueno…les he contado del camino que hemos recorrido.

Mirando hacia el futuro, sólo puedo desear una larga vida al Fondo Naturaleza Chile. Y comprometerme con su continua construcción y mejora.

Con visión y trabajo integrado, esperamos que el Fondo Naturaleza Chile pueda crecer, e ir sumando apoyos financieros que le permitan canalizar más y mejor financiamiento a la tarea de conservación cada vez más necesaria y urgente en todo Chile: desde Visiviri a Tierra del Fuego, desde las altas cumbres andinas hasta las profundidades de la Fosa de Atacama, desde el mismo borde continental hasta la magnífica Rapa Nui.

Un clamor de natura que hoy encuentra un eco en el Fondo Naturaleza Chile, y que esperamos reverbere en la comunidad nacional de conservación de biodiversidad para dotar con fuerza y nuevo empuje a nuestra esencial naturaleza chilena.

Felicidades!

*Discurso presentado en Ceremonia de Lanzamiento del Fondo Naturaleza Chile, 4/4/2022, Centro Cultural La Moneda.