viernes, 29 de abril de 2016

Field Work - Trabajo de Campo*

El trabajo de campo de Christy comenzó quizá hace un largo tiempo y la llevó a Tierra del Fuego en el año 2010, donde se cruzó con mi propio trabajo de terreno, en una fresca mañana de febrero. Yo llevaba unos años impulsando un singular y bello proyecto de conservación en el sur de la isla grande: Karukinka, promoviendo el conocimiento y valoración de la biodiversidad de este pedazo de tierra. E intentando enviar un austral mensaje de conservación a Chile y más allá.

Ambas fuimos parte del primer Taller del proyecto Ensayos, al que fueron convocados un novel grupo de científicos (mi caso) y artistas (su caso). Fuimos invitadas a realizar un recorrido compartido que nos permitió visitar diversos destinos al sur de esta isla. En esta travesía híbrida exploramos sus ecosistemas: sus bosques, sus turberas, y nos sumergirnos en su fría costa. Palpamos la fauna austral: guanacos, zorros, cóndores, que antaño sirvió de alimento a la imaginación de los “descubridores” de este mundo. Nos impactamos al constatar las amenazas que penden sobre esta naturaleza como castores o fuego. Compartimos obra e investigaciones, en privadas y sendas exhibiciones, expuestas no sólo a nuestros ojos humanos, sino especialmente a la majestuosa naturaleza austral. Gozamos descubriéndonos los unos a los otros. Y juntos le dimos una nueva mirada a este frío mundo fueguino.

Se daba inicio así al proyecto Ensayos, un esfuerzo liderado por Camila Marambio, el que pretendía generar un espacio de encuentro de mundos que corren casi paralelos: las ciencias y el arte.  En un escenario tan tangible como imaginario: la Tierra del Fuego. Mundos alejados el uno del otro, como parecen ser a veces las ideas y las realidades. Un espacio que desde una geografía especial: austral, vasta, confinada a la esquina de América, dominada como pocas por la naturaleza, se abrió hace un lustro para recibir en su seno  este grupo de exploradoras del siglo XXI.

La Tierra del Fuego constató tempranamente el arribo de grupos humanos los que pulularon por estos parajes, adentrándose en su verde corazón: el bosque fueguino. Estos bosques, los más australes del mundo, simples a simple vista, son imponentes ecosistemas sostenidos y compuestos por asombrosos especies de plantas, hongos y animales. El muy reciente arribo del mundo europeo por estos parajes, cargados con una visión colonizadora hegemónica, sumado al genocidio de los Selk’am la etnia originaria de estos parajes, sepultó literalmente estos ecosistemas forestales, reduciéndolo sólo a su dimensión maderera. Materia prima sin cuerpo ni alma. Madera que se extrajo por décadas, transformando estos bosques centenarios en ciudades. Obviando de paso la riqueza esmeralda contenida en esta fría foresta.

Desde aquel encuentro, Christy ha Ensayado una y otra vez su mirada hacia la naturaleza. Ha tratado de comunicarse con ella de diversas formas, poniéndole oreja e intentado darle voz. Y ha compartido sus aprendizajes conmigo, y con el resto del mundo. En sendas exposiciones en París y Nueva York, ha logrado transportar nuestra naturaleza fueguina y exhibirla no como un raro animal de zoológico, sino como un ser palpitante y atractivo. 

En su último viaje de campo, extrajo de mi bosque favorito una esencia multicolor nunca antes imaginada ni menos develada por mis investigaciones…demostrando la fuerza transformadora del “field work”. El trabajo de Christy, bellamente materializado en formas de tintes, tejidos y lanas, abre una nueva dimensión a la diversidad contenida en los bosques de Tierra del Fuego. Mil veces he explorado esta foresta. Mil veces he contado sus árboles, medido la profundidad de su suelo, o estimado el caudal y la acidez de sus ríos. Nunca antes había constatado la savia multicolor que corre en sus venas. Ni vislumbrado cuántas otras dimensiones todavía por descubrir, albergan estos ecosistemas que tanto adoro y tanto me he esforzado por conservar.

Y este viaje de Christy, al que me he sumado casi de polizona, me ha llevado de lo que fui a lo que soy. Ha logrado dar completamente vuelta mi propio entendimiento de las ciencias. Constatando las múltiples formas de adquirir conocimiento. Asombrándome con las múltiples formas de preguntar a la naturaleza. Complejizando hasta casi el infinito mi práctica de la conservación. Abriendo hasta casi el infinito las posibilidades de acceder a conocimiento, y de paso expandiendo el universo de lo posible en la conservación del sur.

El conocimiento humano y de lo humano ha venido acumulándose a lo largo de milenios. Aportando en este proceso diversas fuentes, algunas más reconocidas que otras. Algunas con mayor impacto que otras. Filósofos y científicos delinearon conocimiento muy tempranamente en nuestra sociedad, generando conceptos en sus cabezas, los que luego definieron formas de ver y entender el cosmos. Millones de personas anónimas por otra parte colectaron conocimiento local, en sus incursiones diarias para alimentación, disfrute o sobrevivencia. Estas dimensiones: la científica y la consuetudinaria no necesariamente están alineadas. Sea por prejuicio, desconocimiento, poder, o quién sabe, hemos construido sendos mundos en nuestras mentes, desacoplados de las realidades de nuestro día a día. Hemos inventado Tierras planas, universos geocéntricos, Dorados, grifos, sirenas y unicornios. A la vez que hemos obviado culturas, ecosistemas o procesos tan naturales como ubicuos, justo allí enfrente de nuestros ojos.

Estos caminos de aprendizaje se cruzan cuando se concreta el “field work”. Es justo este el momento en que la idea abstracta se materializa, y en donde las realidades infiltran creencias, anhelos o temores. Es en la realidad del terreno donde los pensamientos se nutren efectivamente de realidades, y nuevos mundos emergen en la mente y corazón de las sociedades. ¡Y hay tanto territorio por explorar! Tanta idea esperando ser nutrida por tierras tan ricas como variadas. Gran parte de estos mundos están en esta parte del mundo, en el hemisferio sur. Y quizá los más espectaculares están en el sur del sur, en Tierra del Fuego. Allí donde la vida terrestre toca a su fin, y se zambulle en una fría y húmeda vida marina, en algún tiempo la más rica del universo.

El trabajo de campo de Christy repica ahora en mi mente. Miro el cambio propio en sus lanas multicolores. Siento que finalmente estamos cerca de conocer la verdadera alma de los bosques fueguinos. ¡Finalmente! De teñir su historia de uso y abuso con una pincelada de valor y esperanza. Añoro leer el cambio por venir que permita transformar el uso actual de estos bosques para alcanzar algún futuro. Y quiero invitar a muchos a salir al campo. A (re)visitar con su mirada las realidades que han dado por sentadas. Y a sentir a través de su palma el palpitar de este nuevo bosque. Y a tomar su finalmente su mano para transitar estas nuevas realidades naturalmente humanas. 

*Publicado en "Field Work" de Christy Gast, Catálogo Exhibición Galería Patricia Ready, 27 Abril-3 Junio, 2016.