miércoles, 3 de diciembre de 2014

Suma y sigue! El Foro para la Conservación del Mar Patagónico*

Chile
Pequeño territorio, 
no pequeña nación;
suelo reducido, 
inferior a las ambiciones 
y a la índole heroica de sus gentes. 
No importa: 
¡Tenemos el mar..., el mar.... el mar ...!

Reciba cada uno de ustedes mis saludos y agradecimientos por acompañarnos esta mañana.
Estas son palabras de Gabriela Mistral. Una chilena casi como cualquiera de nosotras: enamorada de su país y de sus hermanos latinoamericanos. Ávida por descubrir sus gentes y sus paisajes. Y sedienta por aportar a la construcción de un país más amable y generoso para todos.

¡Y los que estamos aquí, amamos Patagonia! Esa fría madre blanca que da cobijo a prácticamente toda la costa de nuestro país. 

Ese mar tan generoso como desconocido, de riquezas remotas y espectaculares, nos hermana fresca y tumultuosamente con nuestra vecina Argentina. 

Una de las regiones con menor presencia humana, alberga vastos espacios prístinos, opulentos en especies y espacios naturales. Todas rarezas en un mundo hiper-poblado y demandado por la ubicua presencia humana. Estos factores se ciernen al mismo tiempo como amenazas más que tangibles sobre estas frías aguas. 

Activa y apartada, las costas de Patagonia han permanecido casi invisibles a los ojos de muchos, ostentando hoy día una casi nula protección, la que en una desigual lucha tipo David y Goliat, enfrentan una creciente demanda de uso y producción. 

La organización que dirijo, Wildlife Conservation Society, ha construido desde hace décadas una visión y trabajo de conservación que abarca la Patagonia toda. Materializando el ideal integrador de nuestra Premio Nobel, esta visión se basa en la alianza fraternal y efectiva de nuestros esfuerzos para construir y entrelazar áreas de conservación en las costas de Patagonia….que cual barcas pródigas nos permitan llevar este vasto litoral desde nuestro siglo al próximo. Y asegurar con ello un futuro perpetuamente pujante para las generaciones de humanos y de otras millones de especies por venir.

El éxito en la construcción de esta visión depende de nuestra capacidad y disposición para zambullirnos en las maravillosas aguas patagónicas. Tal como lo hiciera Mistral hace casi un centenar de años, esperamos hoy aventurarnos a nuestro norte, que es en realidad este sur. 

Esperamos en este viaje entrelazar nuestra mirada de conservación científica, con la lúdica mirada de un joven documentalista nacional. Sabemos que la historia futura de la conservación de estos mares, sólo puede ser entretejida con integración. 

La ciencia de la mano con el manejo. El uso de la mano de la protección. La educación abrazada al goce y la pasión del descubrir. Chile de la mano con Argentina...

Por esta razón, presentamos hoy a ustedes a Claudio Campagna, Científico y conservacionista argentino. Especialista en comportamiento y demografía de mamíferos marinos de Patagonia. Claudio pertenece al Programa Marino de Wildlife Conservation Society, y es Investigador del CONICET. Es miembro de varias organizaciones no gubernamentales, nacionales e internacionales, dedicadas a la conservación de la biodiversidad del mar, y fundador del Foro para la Conservación del Mar Patagónico.

Y contamos con la singular y estimulante presencia de René Araneda. Joven Explorador y documentalista nacional, y presentador de contenidos sobre vida silvestre. Es creador del programa de televisión Garonga Safari y director, productor y presentador de “Wild Expectations”, serie documental sobre la vida silvestre, de reconocida calidad y frescura a nivel internacional. 

Dos miradas, dos vidas, dos países, miles de especies. Una sola misión: aportar al conocimiento, valoración y conservación de las costas de Patagonia. En beneficio de chilenos. En beneficio de argentinos. Una generosa contribución austral al bienestar presente y futuro de la humanidad toda.   
Gracias a Claudio. Gracias a René y gracias a cada uno de ustedes por aportar a este proceso de construcción.




*Palabras de bienvenida, ofrecidas en la presentación del Coloquio "Mar Patagónico: un ecosistema compartido que requiere de la cooperación regional" (28 de octubre, 2014), como parte del Programa de Difusión y Sensibilización Ciudadana del Proyecto MMA / GEF-PNUD « Creación de un Sistema de Áreas Protegidas para Chile» (Proyecto GEF SNAP).

sábado, 23 de agosto de 2014

Turismo de huemules en Fiordo Bernardo en Aysén...el mejor peor ejemplo de conservación?

Hace unos días nos enteramos por la prensa que se estaba promoviendo el arribo de visitantes el Fiordo Bernardo, quizá el mejor y último refugio de calidad que existe para los huemules del mundo. Este fiordo es parte del magnífico Parque Nacional Bernardo O'Higgins, y desde años la organización que dirijo, junto con CONAF, SAG, científicos, donantes chilenos y extranjeros, hemos trabajado duro para promover el conocimiento y valoración de este sitio, y realizado acciones de conservación de la especie.

En conjunto, y a lo largo de años de trabajo, hemos logrado proveer de refugios para guardaparques, con el objetivo de establecer presencia y con ello control sobre amenazas directas como caza furtiva, control de ganado bagual, monitoreo de la población de huemules y sus enfermedades, entre otras cosas como capacitación de personal y educación. Y con buenos resultados de conservación!

A nivel nacional, también hemos desarrollado esfuerzos cooperativos junto a CONAF, SAG, Ministerio Medio Ambiente, CODEFF y WCS, liderando el desarrollo de un Plan Nacional para la conservación del huemul, avanzando en la implementación de una gobernanza que permita facilitar y guiar su efectiva ejecución (otra cosa es con guitarra!).

Un esfuerzo extraordinario de entrega y compromiso, que ha generado un espacio de encuentro entre administrativos, científicos, expertos locales, e incluso binacionales. Todo documentado de manera sencilla y transparente, como una forma de guiar la discusión y toma de decisiones a diferente nivel: qué investigar? qué acciones prioritarias deben realizarse en terreno? qué aspectos se deben resolver primero o después para avanzar en las acciones de conservación a lo largo de Chile e incluso con Argentina....en fin...

Una de las piezas clave en relación a la conservación de la especie en áreas protegidas, se refiere a la necesidad de generar planes de manejo de las áreas, de tener  capacidad instalada para monitorear y evaluar las acciones que se realicen en ellas, incluyendo no sólo turismo sino investigaciones, gestión de amenazas como invasión de especies, por nombrar unas pocas. Y sobre todo la necesidad de integrar y construir sobre los procesos al menos que han existido y que han trabajado por años generando información, hojas de ruta, definiendo condiciones mínimas, etc. etc. etc. Todo necesario y medianamente sencillo de proveer!

Y de pronto de la nada, por la prensa, y en ausencia de  lo anterior....nos enteramos que se está promoviendo el turismo en el que quizá es el último refugio de mejor calidad para la especie....a sabiendas que el turismo por si solo no constituye una herramienta de conservación, sino al revés. Que con visitantes sin regulación llegan enfermedades, incendios, perros, basura, por nombrar unas pocas. Y que el huemul, la guinda y bizcocho de esta torta, es sensible a perturbaciones de este tipo.

Qué pérdida de oportunidad! Pues existiendo toda la estructura, voluntad, e incluso información! estando todos los actores que saben del tema dispuestos a sumarse a una planificación para una exitosa ejecución de turismo de calidad que permita la mantención del escaso recurso huemul...nos enteramos por la prensa que alguien le "está echando pa'delante no más"...esperando "arreglar la carga en el camino", esperando vender el futuro hoy día, negando su existencia mañana.

La fotos son de Alejandro Vila y Paola Etchegaray

sábado, 19 de julio de 2014

Todo es cancha! El juego sin retorno de la conservación y sustentabilidad

Aunque todavía no se reconozca, ni valore, no se acepte, se niegue o no se crea: somos parte y dependemos completamente de la naturaleza (o biodiversidad). Todo lo que comemos, respiramos, tomamos, vestimos, medicamos, disfrutamos, inspiramos proviene directa o indirectamente de la naturaleza. Puede ella estar cerca o lejos, puede ella estar en buen o mal estado, puede ella haber estado ayer y no estar hoy día, puede ella verse o ser invisible...cualquiera sea el caso, es que si natura desaparece, también lo haremos nosotros. Si natura se degrada, también lo hace nuestra humana condición. Personas y naturaleza conformamos un mismo sistema, donde la supuesta jerarquía de superioridad humana, no es más que un burdo anhelo, cristalizado de mil formas en la historia de la humanidad: por centurias juramos que nuestra Tierra era el centro del universo...

Todo lo que hacemos como es lógico, depende también de natura. Esto es especialmente cierto para las actividades económicas, sean ellas productivas o de servicios; sean altamente tecnologizadas o la más básica economía de subsistencia… La verdad es que directa o indirectamente todas pueden ser mantenidas si mantenemos la base natural sobre la que se yerguen y que las sustenta. Esta es una relación que pocas veces se hace evidente. Paradojalmente, sólo constatamos su existencia cuando natura desaparece o estropea. Ejemplos de esto acumulamos por cientos: crisis del salmón, colapso pesquerías nacionales, crisis del agua a lo largo y ancho de Chile…por nombrar unas pocas. Es un hecho entonces, que si pensamos en crear y mantener un país pujante, capaz de generar bienestar en el corto y largo plazo, debemos mantener y mejorar este escenario natural y común, en el que intentamos representar el juego del desarrollo sustentable.

Y cómo lo hacemos? Esto se logra simple y llanamente conservando biodiversidad…nuestra biodiversidad: en cada rincón terrestre o acuoso de nuestro escuálido país…y más allá. Dada la compleja naturaleza de natura, este trabajo es variopinto y depende del desarrollo y aplicación efectiva de herramientas variadas, las que van mucho mucho más allá de instalar áreas protegidas en mapas de oficinistas hiperventilados. Es hoy un mandato global que la tarea de conservación invada cada actividad humana, especialmente la productiva, permitiendo que la naturaleza florezca en cada rincón del tablado nacional. Este es un proceso que el primer mundo de siempre ya ha comprendido, y del que Chile, dada la naturaleza de su producción básica, no puede sino hacerse eco fuerte y resolutamente.

Cómo avanzar rápida y efectivamente en esto? Primero que todo reconociendo que la conservación de biodiversidad es tarea de todos, que sólo puede triunfar si actuamos de manera sinérgica en pos del bien común. Necesitamos una Ley de Biodiversidad fuerte y moderna, que permita instalar y fomentar el tema de la conservación en todo el territorio y mar nacional, que incluya a todos los actores de nuestra patria, incluso los de mañana! Necesitamos investigaciones de punta  para conocer y monitorear natura en toda su complejidad. Necesitamos un ejército de personas entrenadas en conservación de biodiversidad dispuestas a diseñar y probar engranajes innovadores para echar a andar la maquinaria de la sustentabilidad. De manera efectiva y ubicua…




Tal como los juegos de pelota que de niños organizábamos en barrios o pasajes, en la senda de la sustentabilidad todo es cancha…siendo la única alternativa de sostener este regocijo la conservación.






Fotos mías, excepto la última (se nota!), que es de G Wenborne

domingo, 1 de junio de 2014

La balsa verde de Tierra del Fuego: navegando desde el sur los mares de la conservacion global*

Bárbara Saavedra, joven ecóloga chilena, llega en el verano del 1995 por primera vez a Tierra del Fuego. Su destino, pensaba ella, era la Estancia Vicuña, la última y más austral existente en la zona. Su trabajo pensaba ella, era el estudio de guanacos y castores en los bosques de la zona, para entender su dinámica y con ese entendimiento apoyar el desarrollo de un proyecto de explotación forestal sustentable de estos bosques patagónicos. 

Bárbara permaneció un mes en esas tierras, recorriendo los laberintos verdes que son estos bosques fueguinos, abriéndose paso a pasos para llegar al corazón poco explorado de ese paisaje esmeralda, escudriñando los rincones del bosque para encontrar los bichos que necesitaba investigar. Ella está ahí, en un campamento de lujo nunca antes y nunca después visto para ecólogos chilenos, disfrutando del conocer de estas tierras y de sus gentes. Ella está allí, tal como están decenas de otros investigadores –botánicos, zoólogos, arqueólogos entre muchos otros- todos como abejas intentando libar la esencia que definía estos bosques. Tal como el resto, Bárbara estaba allí porque pensaba que conocimiento podría ayudar a mantener la vida del bosque en el futuro. Tal como el resto, Bárbara nunca pensó que esa visita inicial sería el inicio de un viaje mucho más largo, más comprometido e infinitamente más bello de lo que alguna vez imaginó. 

Por lo que podría considerarse un cachirulo del destino, Bárbara llega nuevamente a Tierra del Fuego en julio del 2005, esta vez como directora del recién nacido programa Karukinka, un programa de conservación, instalado en lo que otrora fue el naciente (y por suerte fallecido) programa forestal que por primera vez le abrió las puertas fueguinas. Recorre con otros ojos el paisaje que años antes había conocido, y descubre con el mismo corazón la fortuna contenida en esos verdes parajes. 

Este tesoro que no se devela para el viajero apurado, el que llega por el día a Tierra del Fuego y que sólo alcanza a caminar unos pasos por la zona más nortina de la isla. Para el viajero que sólo ve ganado y pastos, que sólo conoce del oro fueguino, esta riqueza aún no existe. Pero está ahí, y ha estado por centenas de años, y son enormes, majestuosos y extensos bosques chilenos. Catedrales naturales, moldeadas por la mano de Timaukel -el dios que los Selk’nam inventaron para guiar y cautelar sus pasos- que tal como las más añosas catedrales europeas, puedan sobrevivir a los devenires del destino, y albergar en centurias por venir a todos sus naturales fieles: guanacos, carpinteros, loros, zorros, y todo el resto de la desconocida diversidad viva que pulula en su centro. 

Timaukel permitió que el proyecto forestal fracasara, piensa a menudo Bárbara, Nos ha dado la oportunidad de llevar este paraje al futuro,  Será tarea nuestra la de tener éxito en este nuevo viaje –que en realidad es el mismo iniciado en 1995- y será desafío nuestro compartir esta riqueza con quien hoy día pueda verla, con quienes hoy día quieran apreciarla.

Sin otro destino posible que Karukinka en Tierra del Fuego, Bárbara vive hoy día patas arriba. Pues su norte está en el sur, y cree ella que el norte de muchas gentes del norte debiera ser, o al menos incluir, este sur. Porque es un sur que marca el paso hacia sustentabilidad, abriéndole camino a la conservación, integradamente las gentes y sus paisajes, integradamente los animales y sus espacios, integradamente el pasado con el presente y el futuro. 

Desde acá abajo el mundo se ve fresco, todavía joven, y a pesar de que hay mucho mucho trabajo por realizar, siente Bárbara que las cosas se pueden lograr. Y que Karukinka es una verde y segura balsa para sortear las turbulentas aguas de la estrecha mente de muchos. Tal como antaño el Estrecho permitió a Magallanes conectar su mundo con el de las fragantes especias, es esta misma zona la que hoy puede enlazar un futuro verde, sano y común con nuestro trastornado presente. Sólo hay que abordar esta barca, pues hay espacio  y necesidad de todos.

*Texto aparecido en Mas Alla del Fin/Beyond the End (2014) Periódico publicado con la ocasión de la Exhibición Beyond the End, a cargo de Camila Marambio en la Fundación de Arte Kadist, París. Parte de Residencia de Arte de Karukinka-Ensayos.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Hacia sustentabilidad en Chile? Hoy una senda sin Dios ni Ley...

Por estos días, al igual que durante los cuatro años anteriores, Chile discute un proyecto de Ley que pretende crear el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas. Este Servicio permitiría completar el diseño inicial del Ministerio de Medio Ambiente creado en el 2010 un poco antes de que acabara el primer mandato de Bachellet. Este proyecto es uno de los 50 compromisos adquiridos por el segundo gobierno de la actual Presidenta, reflejo de su interés en dotar a nuestro país de herramientas adecuadas para avanzar hacia el bienestar de todos los chilenos.

Un grupo de organizaciones hemos generado un espacio de discusión y promoción de la conservación de biodiversidad, y por años hemos opinado respecto de intentos como este. En esta maratón de los primeros 100 días, y luego de una muy deficiente versión de dicho proyecto en el gobierno anterior, estamos de nuevo (y como siempre) dispuestos a aportar con nuestra experiencia, con nuestro compromiso, con nuestra convicción a la construcción de esta nueva Ley.

A diferencia de la Ley Tributaria, a esta ley de biodiversidad no la conoce casi nadie. Hecho lamentable, pues  la conservación de la biodiversidad, es quizá la herramienta más certera para asegurar bienestar actual y futuro a la población chilena toda, desde las comunidades más aisladas, hasta el empresariado más pudiente. Es una llave que puede abrirnos la puerta a la sustentabilidad de nuestro país, pues dependemos directamente de la explotación de nuestros recursos naturales. La cara más visible y más demandante de natura o biodiversidad.

Es una triste paradoja que esta desconocida ley abra un espacio casi infinito para que personeros públicos, de la más alta alcurnia o de la más baja burocracia, usen sus espacios de poder para reprimir el nacimiento de un embrión viable en este proceso. Enquistados en Ministerios "productivos", cercenan y mutilan, deforman y retuercen, cualquier atisbo de razón y lógica que pueda dar forma a una Ley de Biodiversidad mínimamente decente. A espaldas del bien común, se niegan estos actores déspotas a hacerse cargo o hacerse a un lado, para diseñar una Ley que de cuenta del mandato nacional (y global) que permita resguardar y recuperar el patrimonio natural de todos los chilenos.

Hacen caso omiso de argumentos científicos mundialmente aceptados; de acuerdos globales en los que Chile ha comprometido su palabra como la Convención de Biodiversidad; de argumentos económicos como los indicados por la OCDE a los que Chile ha intentado responder creando por ejemplo el mismísimo Ministerio de Medio Ambiente; o incluso desconocen argumentos financieros emanados de agencias como el Banco Mundial. Niegan asimismo la evidencia que estalla a diario y que incendia movilizaciones de norte a sur de nuestro país, cuya base comburente siempre cruza la desprotección de la biodiversidad (o capital natural, o naturaleza, como se quiera llamar). Cómo no...si el bienestar actual y futuro de las sociedades humanas está indisolublemente ligado a su ambiente natural.

Especialmente incapaces de dar la talla que nuestro país requiere son aquellos que pretenden administrar en el futuro inmediato sus actuales ministerios "productivos", sin incorporar todas las herramientas disponibles para mantener el capital natural del que dependen.

¿Cómo se espera fortalecer la producción agrícola (uno de los ejes de la recién estrenada agenda productividad) en un Chile donde el 60% de sus suelos están degradados y carecen de comunidades bacterianas y vegetales que puedan restablecer este capital perdido? ¿Cómo pretenden estos ministerios recuperar la pesca (otra de los ejes de la mencionada agenda) si no se gestiona la conservación de la veintena de especies sobre las que se sustenta la producción marina nacional? la gran mayoría degradada o sobreexplotada? ...¿Especies que a su vez requieren de sistemas marinos sanos y pujantes?

Cómo esperan estos Ministerios direccionar inversiones públicas efectivas si no se hacen cargo de eliminar subsidios perversos, que mantenidos por inercia, tontera o maldad derivan en problemas socio-ecológicos grotescos como los monocultivos de pino y ecualiptos que asfixian y deshidratan centenas de comunidades a lo largo del sur de Chile. Ni hablar de subsidios que día a día financian la llegada y establecimiento de plagas casi bíblicas como cabras o ciervos rojos! en zonas tanto de alto valor productivo como de conservación! ¿Cómo evitar colapsos socio-ambientales como el vivido por la salmonicultura (otro de los ejes de la agenda productiva!) hace poco más de un lustro, si se obvía la relación incuestionable entre protección de biodiversidad y producción de recursos naturales?

Chile, una economía que late hoy gracias al uso de Recursos Naturales, solo puede esperar a hacerse sustentable en la medida que todas y cada una de sus actividades productivas, puedan incorporar en su diseño y ejecución elementos esenciales que permitan conservar dichos recursos... o al menos los procesos naturales de los que ellos dependen.

Tal es el mandato explícito de Convenciones globales de las que Chile forma parte. Tal reclamo es vociferado por decenas de comunidades que día a día sufren los efectos de manejo deficiente de los sistemas productivos. Tal decisión está fundamentada en los miles de miles de estudios científicos nacionales y globales. Tal reclamo proviene incluso de gremios productivos tan impactantes como la minería! pues conocen de sobra los riesgos que derivan de esquivar la mirada de la base natural que sostiene a las comunidades donde están insertos.

Tal como hoy existe un desprecio general por aquellas personas que pudiendo haber tomado decisiones acertadas, optaron por un silencio cómplice... Mañana recaerá sobre aquellos que hoy pudieron haber abierto los canales para avanzar hacia la sustentabilidad, pero que prefirieron mantener sus estrechas, y cada día más degradadas, parcelas de tierra o mar, para ejercer un poder cada vez más alejado de la realidad, el desprecio total. Y lo que es peor, serán ellos mismos víctimas de sus decisiones.

¡Qué lástima que la ley de biodiversidad no sea la ley tributaria! Qué pérdida de oportunidad comprobar que lejos del espíritu del mandato de la Mandataria, el proyecto que hoy se gesta concienzudamente en Medio Ambiente, se estrella contra una muralla de mezquindad, ignorancia, desprecio por el bien común de otros ministerios tan poderosos como ciegos. Si hubiese un dios, podríamos rogar por una última alternativa: que alguien con cordura-y-poder político pudiese alinear a los díscolos y dotar a esta ley del espíritu que requiere para lograr su objetivo. Una alineación que ha sido mostrada en otros esfuerzos colectivos... que ni con mucho se acercan a la envergadura de mantener y recuperar la matriz natural que sostiene y da vida a toda nuestra población chilena. La de hoy, la de mañana, la de pasado mañana....

domingo, 26 de enero de 2014

Soberanía en Chile - la frontera que espera ser conquistada con conservación...o aún tenemos patria ciudadanos!

 Como las humitas que tanto amamos, en Chile crecemos atados a ideas... y sin notarlo vamos ahogando nuestra capacidad de ver, analizar y resolver temas. Una idea que nos aplasta desde que nacemos es aquella que dice que la soberanía de nuestro país está definida por aquella línea trazada sobre el mar o tierra, y que marca los confines de nuestro territorio. Dibujamos esa línea con sangre o de otra forma, e invertimos recursos inimaginables (y ciertamente desconocidos) para defenderla.

A pocas horas de conocer el fallo mediante el cual la Haya resolverá un límite marítimo particular con el vecino Perú... no puedo de dejar de reflexionar en torno a nuestra soberanía y la ceguera de pensar nuestra frontera sólo como bordes que dibujan países colindantes. Miopía que define nuestra limitada capacidad de reconocer las decenas de amenazas que día a día reducen, deterioran, merman y finalmente devastan grandes extensiones de nuestro soberano país.

Hemos perdido por ejemplo, casi la mitad del suelo nacional. Si...así de horrible: 37 millones de hectáreas desaparecidas lenta y silenciosamente, legado probable de prácticas agrícolas y ganaderas aberrantes. Nos espantamos pensando en la amenaza que significa la solicitud de Perú de menos de 4 millones de hectáreas de océano, pero ni nos inmutamos al saber que el el 85% de la Región de Coquimbo ha perdido su superficie productiva: casi 3,5 millones de hectáreas cercenadas de nuestro territorio, para las cuales no existe tribunal internacional o armamento alguno capaz de recuperarlas para nuestro país.

Sufrimos pensando en los casi 50 mil hectáreas que Chile perdió en la disputa de Laguna del Desierto, pero no nos impacta nada saber que casi la mitad de nuestras protegidas, las cuales cubren casi el 20% de nuestro país reciben presupuestos paupérrimos de país pobre (en realidad miserables!). Esto determina que nuestra presencia efectiva en dichas áreas sea mínima o nula, imposibilitando ejercer soberanía alguna en estos territorios, eliminándolos de facto de las cuentas de hectáreas nacional.

En el caso del mar chileno la paradoja resulta aún más bizarra, pues somos capaces de invertir en armamentos y personal de guerra sin chistar, pero destinamos cero peso a gestionar las miles de hectáreas de mar que están protegidos (en papel al menos!), y que constituyen el "chanchito de naturaleza" que reservamos para enfrentar vacas flacas futuras.

Tememos a invasores potenciales que puedan arrancar algunos jirones de nuestra amada patria, pero desconocemos la presencia devastadora de invasores reales, especies foráneas que accidental o activamente han alcanzado vastos rincones de Chile, destruyendo a su paso los cimientos naturales y básicos de nuestra supervivencia como nación. La lista de especies es larga, y sus efectos peores que el que podrían producir las peores armas modernas. Cabras en Juan Fenrnández, castores en Tierra del Fuego, Didymo en los cristalinos ríos patagónicos, retamilla en los productivos campos de Osorno. Tan gruesas son las ataduras que nos ciegan, que incluso nuestro Estado subsidia el arribo de estos invasores, como es el caso de ciervos colorados en Tierra del Fuego, o de eucaliptos a lo largo de nuestro escuálido país.

Peor aún que estos deleznables invasores, es la invisibilidad de gran parte del patrimonio natural chileno para los mismos chilenos, la que termina por minar nuestra propia identidad, reduciendo y deformando nuestra capacidad de imaginar futuros para nuestra nación.

Si estamos pensando en soberanía....no puedo más que preguntarme por los verdaderos problemas que enfrenta Chile en relación a la mantención y cuidado de nuestros territorios y maritorios. Y confirmo lo que sospecho que debemos dejar de mirar al lado y comenzar a ejercer soberanía hacia adentro de nuestro país, gestionando la conservación del patrimonio natural chileno en toda su extensión: desde Visviri hasta el Cabo de Hornos, desde Rapa Nui hasta las bellas cumbres Andinas.

Son necesarios ejércitos de gestores de la conservación, armados hasta los dientes de conocimiento y capacidad para desarrollar herramientas con sello local, que permitan recuperar el capital natural que sostiene desde dentro a nuestro país. Como es esperable esta batalla necesita recursos, pues es de largo aliento y es ubicua. A diferencia de otras guerras, el resultado no implica el aniquilamiento de enemigo alguno, sino la construcción de una cultura soberana y orgullosa, capaz de sostenerse a si misma, y especialmente mirar y crecer hacia el futuro.

Fotos de Wenborne, Dupradou, y propias