jueves, 19 de julio de 2012

Chile, cultura, patrimonio....sin naturaleza, la ecuación no cuadra

Con mucho entusiasmo visité este domingo la exposición Chile 15.000 años, que muestra la larga y diversa presencia que los grupos humanos han tenido en lo que hoy es nuestro territorio. Y cómo ellas cambian (la mayoría para desaparecer) a través del tiempo y el espacio. Desde Arica hasta la magnífica Patagonia. Una bella exposición de arte-factos bellos, incluyendo desde litos, ceramicos, tejidos, entre otros. Bellamente montada (aunque algo oscura!), muy sucinta, pero contundente. Muy sencilla de seguir y aprehender. Pero a la vez muy vacía de entorno.
Recorriendo esta muestra, una reconoce el sesgo (arrogancia le llaman algunos) brutal que tiene la mirada de lo cultural y lo patrimonial hacia los componentes netamente humanos. Una mirada (y entrega) "aséptica" de lo que son los desarrollos culturales, como si ellos y cada uno se desarrollara en ambientes vacíos, en territorios inexistentes, en escenarios invisibles. Como si los desarrollos humanos no ocurrieran en un espacio definido, y más aún, estuvieran definidos por ellos. Como si la "naturaleza" que permite, cobija, da vida, modela, restringe, estos desarrollos no fuera. Como si ella no fuera el complemento básico y necesario para el desarrollo de nuestro "patrimonio".
Esta mirada es común en Chile. Parcial e incompleta, pero común. Y se traduce en que se consideremos patrimonio los artefactos, los cantos y danzas, los relatos, pero no la base natural que los sustenta y da origen. Y que celebremos días del patrimonio visitando cuanta obra antigua o nueva que queda en pie en nuestro territorio, pero no miremos ni  de reojo el escenario natural, diverso, bello y vivo que ha permitido lo otro.



 
Esta mirada parcial es críticamente dañina a la construcción de la sustentabilidad y el desarrollo de la conservación. Pues hace invisible todo lo que nos permite la existencia. Lo que la ha permitido durante los últimos 15 mil años, y lo que podría permitirnos proyectarnos otros 15 mil años en el futuro.

Esta mirada parcial es una daga para el trabajo de conservación que hacemos muchos en Chile, pues invisibiliza nuestro objeto de conservación, y reduce por ello alternativas para conseguir apoyo. Dineros patrimoniales van con frecuencia a restaurar iglesias, museos, hacer rescates culturales, pero son casi inexistentes para conservar los bosques de Patagonia, recuperar especies en peligro, proteger mares australes.

Los desarrollos culturales son con la naturaleza. Una misma cosa. Un yin y un yan. Uno no existe sin el otro. Y el patrimonio es uno solo. Lo mismo que su rescate y conservación. Y si queremos tener la alternativa de proyectarnos profundamente hacia el futuro como cultura, debemos entender esto ahora. Lo contrario es un error, y su persistencia no hace más que acercarnos a un desfiladero...el mismo que una a una se ha tragado a las varias culturas que florecieron en Chile a lo largo de sus más de 15 mil años de historia y más de 5000 km de largo.

miércoles, 4 de julio de 2012

Una invitación que puede transformar al mundo*

Hemos llegado a la mitad del año y acumulado una serie de comentarios relacionados con ecología, conservación, medio ambiente, con la esperanza de atraer la atención de los lectores del Club al mundo de las ciencias ecológicas, el medio ambiente y la sustentabilidad. Luego de este andar nos preguntamos si hemos avanzado o no en este proceso, tal como el mundo entero se preguntó hace unos días en Río+20 si como planeta estamos avanzando hacia donde necesitamos llegar: la conservación y el desarrollo. Nuestras interrogantes son las más grandes que la humanidad se haya hecho en mucho tiempo, y tan críticas como el aire que respiramos. Necesitamos respuestas precisas, y compromisos sólidos para poder avanzar hacia un futuro  mejor para todos.   

Nuestra pequeña comunidad del Club, en su quehacer de consumidor, está tratando de aportar a esta construcción: golpeando la puerta al consumidor responsable, invitando a pasar a los productos verdes, con tecnología limpia, o cualquier servicio que promueva el conocimiento y valoración de la biodiversidad, y el uso sustentable de nuestros escuálidos recursos. Nuestro camino como Club Verde es el camino en el que querríamos embarcar a todos. Tal como en los debates globales de conservación, se espera puedan embarcarse una a una las naciones de nuestra Tierra. Como toda gran travesía, nuestro viaje partió con pequeños pasos. Pero con la convicción de que estamos en lo correcto seguimos avanzando a tranco  firme, convencidos que podremos servir de farol para guiar el camino de los nuestros y de los tantos otros más que necesitamos.  

En este momento crítico para nuestra humanidad, no hay humano que sea pequeño, y cuya decisión personal de cambio no sea crítica para cambiar este mundo. Cada uno de los miembros del Club puede resolver ser parte. Puede elegir saber, entender y decidir. Y transformarse por ello en líder de este proceso. La invitación está hecha. ¡Este Club está construyendo y abriendo las puertas! ¡Adelante entonces!

*Publicado en el Club de Lectores de El Mercurio en Julio 2012