Considerando
el hecho biológico de dependencia vital que los humanos tenemos con la
naturaleza y su biodiversidad; su rol crítico e irremplazable para el bienestar
actual y futuro de sociedades y economías; su rol en mitigación y adaptación,
mi respuesta a las preguntas que nos convocan son dos:
1. ¡Más y mejor naturaleza!
2. ¡Más biodiversidad íntegra para todas, en
toda América!
Esto solo se
logra plantando, activando y sobre todo sosteniendo procesos de conservación
efectiva en, para y desde los territorios.
Latinoamérica
alberga el 40% de la naturaleza del planeta, que existe y deriva en íntima
relación con sus comunidades. Su destino de liderar la transformación global
parece mandatorio e inevitable.
Yo vengo del
sur del Cono Sur, allí donde la vida terrestre tal como la conocemos llega a su
fin, en Tierra del Fuego. Territorio ancestral del pueblo Selk’nam, es refugio
de ecosistemas clave, incluyendo los humedales de turberas más australes del
planeta.
Desconocidas
y milenarias son quizá la máquina terrestre más poderosa (y costo-efectiva) para el
combate al cambio climático. Cubren un 3-4% de la superficie terrestre –existen
en una fracción tan pequeña que no puede ser vista desde el espacio–, sin
embargo, albergan dos veces la cantidad de carbono contenido en todos los
bosques del planeta. Mantienen la integridad hídrica de cuencas, servicio cada
vez más necesario en un mundo cada vez más caliente.
¡América es
Turberas! Ellas se descuelgan desde Beringia hasta el archipiélago fueguino.
Existen en masa en la Amazonía, se encumbran en los Andes, se concentran en
Patagonia. En conjunto, las turberas americanas son las más extensas y las más
íntegras del planeta.
Pero estos
magníficos y desconocidos ecosistemas enfrentan amenazas enormes, las que
venimos abordando con éxito desde hace décadas. ¡Y vaya que hemos avanzado!
Anclando
nuestro esfuerzo en el margen más austral del continente, en una alianza
inédita entre el Ministerio de Medio Ambiente y Minería –su mayor amenaza–, hace
años logramos la protección de gran parte de las turberas de Tierra del Fuegoen Chile (en un decreto espectacular firmado por la entonces Presidenta
Bachellet). Hoy, todas las turberas de mi país están protegidas por ley contra
la extracción minera.
Nos anclamos
con fuerza en el sur, construimos un bastión regional, convocando y reuniendo a
custodios territoriales, levantando la Iniciativa de Turberas Patagónicas. Un
ejemplo de engranaje socio-ecológico que pueda dar buena y larga vida a esta
máquina climática.
Desde estas
profundidades australes, somos el bottom del tal mentado bottom-up. Y día a día
materializamos trayectorias de transformación, entregando resultados tangibles,
esenciales y esperanzadores frente a las urgencias climáticas.
Desde allá
abajo levantamos la vista, y con igual visión y compromiso, activamos el UP
(del bottom-up).
"Con
las puras patas y el buche" – lo que en Chile significa con todas las ganas
y capacidades, pero sin financiamiento–, hemos convocado y logrado reunir a
custodios de turberas a lo ancho de todo el Globo. Comunidades, investigadores,
productores, agentes públicos, educadores, indígenas, personas que, como
nosotras, activan día a día su cuidado local.
Venimos
conectando turberas y custodios entre Asia, África, Norte y Sudamérica, además
de Europa, a través del flamante Acuerdo de Venecia, que es un llamado
eco-poético, una metodología inédita, un dispositivo de conservación, que construye
una comunidad global apasionada y activa que materializa el cuidado local y
efectivo de turberas de valor global.
Pero América
es turberas y más, contenedora de todavía masivos y prístinos ecosistemas, es
en realidad el Arca de Noé de nuestro mundo degradado. Es la alternativa
natural para enfrentar las olas que derivan del cambio climático: no solo de
agua, sino de calor, sequías, lodo, enfermedades, y otros.
Así como las
turberas, en las profundidades de América se encuentran ecosistemas esenciales
y poderosos para mitigar y adaptarse, y en cada uno de ellos existen
comunidades comprometidas y diversas activando su cuidado… una riqueza de
bottom-ups tan enorme, como invisible y vital.
Manglares,
humedales alto andinos, el casi infinito Amazonas, el Mar Patagónico con sus espectaculares
bosques de macroalgas, el Chaco profundo… son máquinas naturales para responder
a la afrenta anti-natural que es el cambio climático. Todos y cada uno de ellos
precisan de un sitial en la acción climática global, y deben transformarse en el
blanco territorial de la fracción down del tan mentado Top-Down.
El llamado
es claro. Las voces humanas y no humanas de América están allí para quien
pueda, quiera o deba escucharlas. El mundo debe volcarse con urgencia al
cuidado de su naturaleza y biodiversidad y este cuidado, que es recíproco, debe
ir de la mano de sus custodios naturales.
Tal como la
democracia, los buenos procesos de conservación se construyen activando participación
informada, precisan de transparencia, conocimiento científico, indígena, social,
que debe desplegarse palmo a palmo de manera equitativa y justa. Pero, por sobre
todo, dependen de aprender a vivir y florecer en diversidad.
Mi nombre es
Bárbara Saavedra, vengo de Chile y declaro sin duda alguna que mi norte es el
sur.
¡Muchas
gracias!
*Presentación hecha en el ‘Diálogo Regional’ del Balance Ético Global realizado en Bogotá, Colombia (21 Agosto, 2025), que es una iniciativa de la ONU y Brasil que busca escuchar a ciudadanos de todos los continentes sobre las medidas que la humanidad aún debe implementar para enfrentar la crisis climática en coherencia con la ciencia y con la meta del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 ºC respecto a los niveles preindustriales. #MutirãoCOP30, #BalançoÉticoGlobal y #GlobalEthicalStocktake
*Discurso por Reconocimiento del Parque Karukinka como un Área de Interés Científico con fines Minerios (9 Abril, 2015)
Ministra Aurora, Intendente, Gobernador, Alcalde, otras Autoridades
regionales, colegas de WCS, vecinos y amigos de Karukinka.
Discurso frente a autoridades, vecinos, personal de WCS. Abril, 2015, Parque Karukinka, Tierra del Fuego, Chile
Este es un día muy especial y esperado para nosotros. Hace
una década casi exacta, arribamos a Tierra del Fuego para traer nuestra visión
de conservación a Chile: una mirada nueva, abierta, integradora, que sumara al
esfuerzo común de desarrollar nuestro país. Aportando con herramientas de la
conservación de biodiversidad, tan desconocidas como críticas, para avanzar
hacia la sustentabilidad.
Nuestro caminar ha sido virtuoso e inspirador. Nuestra
presencia acá hoy, un puñado de mujeres y hombres chilenos, de origen variado,
congregados en uno de los valles más hermosos de Tierra del Fuego, es una linda
y fría metáfora del camino que hemos recorrido, y sobre todo de la senda que
estamos abriendo para el resto del país.
El Ministerio de Minería, que lidera la actividad económica
más importante de Chile, la materialización del paradigma de nuestra economía
que hace uso directo de los recursos naturales, entrega a Karukinka una
herramienta para avanzar en la conservación de sus ecosistemas de turberas, los
humedales más importantes de esta parte del mundo.
Con Ministra de Minería Aurora Williams. Abril, 2015, Parque Karukinka, Tierra del Fuego, Chile
Se reúnen hoy en este valle estos dos polos, erradamente
considerados antagónicos, de la producción y la conservación. Aunque poco
reconocidas, las relaciones entre la conservación de la biodiversidad y la
producción y bienestar de la población son tan variadas como
significativas.
La anónima verdad es que
la biodiversidad provee todos los servicios que sostienen la vida humana y
generan su bienestar. Y es en torno a esta biodiversidad, sobre lo que se
sostiene toda actividad productiva humana, incluyendo nuestra actividad minera.
Su conservación por lo tanto, no es solo un capricho del mundo verde, sino un
clamor del mundo científico experto, como es nuestro caso, por ampliar y
completar el entendimiento más profundo de los sistemas y procesos que nos
permitirán (o no), seguir avanzando hacia un país de mayor desarrollo, con
sustentabilidad.
Este es el mensaje claro y simple que hoy día enviamos
desde este confín al resto del país: la integración de la conservación con la
producción es posible. Es necesaria. Hay que hacerla crecer. Y este es el
compromiso de WCS en Chile: ofrecer las mejores herramientas de la ciencia,
educación e integración, para ir urdiendo esta conexión, desarrollando y
poniendo a prueba nuevas y variadas formas que permitan conectar estos mundos. Lo
venimos haciendo desde hace años, de manera silenciosa y permanente.
Recorriendo el Valle La Paciencia con Ministra Williams e Intendente Flies. Abril, 2015, Parque Karukinka, Tierra del Fuego, Chile
Hemos logrado atraer la atención y compromiso de
autoridades nacionales, para enfrentar de manera integrada el problema de la
invasión del castor. Apoyamos a la comunidad magallánica con el programa de educación
ambiental más importante de esta parte de la región. Apoyamos tanto al
Ministerio de Medio Ambiente en la promoción de la Ley de Biodiversidad y Áreas
Protegidas, así como al Consejo de Innovación para el Desarrollo en la
generación de una plataforma que permita la sustentabilidad de la producción
minera. Son estos algunos de los ejemplos, por muchos desconocidos, con los que
WCS y Karukinka sellan su compromiso.
De especial importancia para nosotros es el desarrollo de experimentación
para dar con innovadoras herramientas. Este trabajo normalmente se realiza en
laboratorios, y Karukinka es un bello y vasto laboratorio natural para dar
rienda suelta al trabajo imaginativo e inclusivo de la sustentabilidad, que
permita no sólo conservar sus turberas, sino aportar a la conservación y uso
sostenible del resto de los recursos naturales de nuestra nación.
Este es un paso importante, el que agradecemos hoy al
Ministerio de Minería. Para llegar hasta acá hemos dado muchos pasitos como
este, y hemos transitado esta senda gracias al apoyo de muchos. Cada uno de los
logros que realizamos se debe al comprometido y generoso trabajo de personas.
Me gustaría poder nombrar a cada una de ellas ahora, en reconocimiento y
agradecimiento…ello no es sin embargo posible, pero debo destacar:
Ministra Williams declara oficialmente el Parque Karukinka de Tierra del Fuego, Chile, como Área de Interés Científico con fines Mineros
Primero que todo a los miembros de nuestra organización:
nuestros guardaparques, héroes de fin de mundo, quienes día a día, contra
viento y marea (literalmente), ponen lo mejor de si velando para que estos
parajes se recuperen y permanezcan para el goce y disfrute de todos, incluyendo
los por venir.
Nuestro equipo de técnicos, profesionales y científicos,
tanto chilenos como extranjeros, quienes han ido poco a poco develando este
rincón de Tierra del Fuego al resto de nuestros vecinos, abriendo sus puertas a
científicos, estudiantes, visitantes y vecinos de la más variada pinta.
En el nombre de Laura Novoa, también quiero agradecer al
Consejo Asesor de Karukinka, con quienes tantas veces discutimos cómo avanzar
la conservación de nuestras turberas. Este día hace patente esa labor
persistente, silenciosa y generosa.
Con Ministra Williams, SEREMI Minería Manuel Aravena, Mara Angelini y Sebastián Donoso, abogados Barros & Errázuriz quienes lideraron proceso
Al equipo de Barros & Errázuriz, liderado por Sebastián
Donoso y Mara Angelini, quienes nos acogieron con maravillosa generosidad,
ejecutando las movidas legales que hoy nos permiten estar acá. Ellos son los
responsables últimos de este logro.
A nuestros compañeros de ruta del Ministerio de Medio
Ambiente, Agricultura, Universidad de Magallanes, Estudiantes y profesores de
Tierra del Fuego, y tantos otros magallánicos con quienes llevamos años
realizando acciones de investigación y educación de este patrimonio común.
Algunos de ellos ya no están con nosotros, como Sergio Opazo y Carolina Tapia.
La conservación de estas turberas que pisamos hoy, que admiraron ellos ayer,
son nuestro póstumo homenaje a su compromiso y dedicación.
Y finalmente al Ministerio de Minería, por entregar la
llave que nos permita abrir la puerta al futuro de estos ecosistemas. Y
esperamos con ello, continuar explorando nuevos y variados caminos de integración
y sustentabilidad para nuestro país.
Pero este respaldo plantea un gran desafío. No sólo para
WCS, sino para el resto de los actores hoy aquí reunidos. Nuestro norte (aunque
debiera decir nuestro sur) es desarrollar todo el potencial de este laboratorio
austral, preguntando preguntas pertinentes y valiosas para resolver problemas
de desarrollo con conservación.
De las turberas en particular sabemos casi nada. Pensamos
erradamente en ellas como bosques pigmeos y hacemos esfuerzos a ciegas por
cosechar sus frutos. ¿Cuáles son las verdaderas dimensiones de estos
ecosistemas, no sólo en superficie, sino en profundidad, en contenido de agua,
carbono, especies? ¿Cuáles podrían ser sus productos más valiosos, no sólo en
el corto, sino en el largo plazo? ¿Agua, carbono, productos naturales? ¿Cómo se
relacionan estos ecosistemas con el resto de los existentes en Patagonia:
praderas, bosques, costas? ¿De qué manera podemos acceder a estos recursos,
generando el máximo beneficio común, tanto para la comunidad magallánica de
hoy, como para la futura?
Nuestra tarea es y seguirá siendo abordar estas y otras
preguntas. Y sólo podremos hacerlo sumando visiones y esfuerzos: desde el mundo
productivo y desde la conservación. La unión hace la fuerza. Pero más importante
que eso, la fuerza que necesitamos para avanzar en sustentabilidad está en la
unión innovadora y desafiante de inteligencia diversa.
Nuestro país clama por ambas: la fuerza de la producción,
motor clave para aumentar niveles de bienestar.
Y la fuerza de la conservación, pieza clave para ampliar y sostener este
bienestar en el tiempo.
Autoridades nacionales, regionales, municipales, vecinxs y personal de WCS Abril, 2015, Parque Karukinka, Tierra del Fuego, Chile
Ese es el mensaje que hoy enviamos al resto del país. Esa
es la invitación que hoy hacemos aquí. Y ese es el compromiso que WCS reafirma
este día. Con Tierra del Fuego. Con la Región de Magallanes y con Chile.
Muy buenas tardes a todas! ¡Con alegría estoy aquí para celebrar el lanzamiento de este
libro, y lo que yo considero una de las metamorfosis más lindas de la que he
sido testigo en los últimos años!
Les confieso que me ha costado decidir cómo compartir esta
celebración. Pues justamente soy un ejemplo de aquella diversidad funcional a
la que alude Pancho en su libro, y recién vengo regresando (¡espero para no
volver!) de un período de funcionalidad diferente, mostrando que las diferencias no
sólo se distribuyen entre personas con capacidades diversas, sino en momentos
diferentes de una misma vida.
¡Por eso estoy feliz de estar aquí! Para celebrar mi vida, la
de ustedes, y la de los millones de otras vidas con las que no sólo compartimos
este planeta, sino de las que dependemos totalmente. Y celebrar la que es quizá
su característica más potente, hermosa e inspiradora: ¡que es su diversidad! Son tres ideas que rondan mi cabeza y corazón, desde que
conocí este nuevo trabajo de Pancho.
La primera la titulo: PORQUE ES NECESARIO Llevo un largo rato ya recorriendo los derroteros de la
práctica científica de la conservación. Una disciplina de acción, joven, y poco
difundida aún en nuestro país y en el mundo, a la vez que una herramienta
poderosa para enfrentar los desafíos cada vez más evidentes y angustiantes de
nuestra Tierra moderna, entre los que prima por sobre casi cualquier otro
desafío: la restauración, recuperación y promoción de la biodiversidad.
Tal como se acumulan
los relatos de un libro de aventuras, mi formación y trabajo como ecóloga de la
conservación me han permitido conocer de primera mano desde las cercanías de
Visviri hasta el mismísimo Cabo de Hornos, tanto en su superficie como bajo del
agua, desde el Altiplano hasta la espumante y fresca costa de nuestro océano
pacífico.
A lo largo de
este periplo, he tenido la
oportunidad y el privilegio de conocer gran parte de nuestro territorio, sus
ecosistemas y sus gentes. Parte por formación, parte por curiosidad, parte por
sobrevivencia, me he montado a caballo, mula, macho, jeep, auto, avioneta,
helicóptero, lancha, barco, crucero, chalupa y más, pudiendo a lo largo de los
años acceder a los rincones más magníficos que dan “identidad” y bienestar a los
habitantes de nuestro país.
Esta travesía profesional
me ha llevado a trabajar con una enorme diversidad de personajes, tanto del
mundo de las ciencias, como agentes políticos, empresarios, administrativos, compañeras
de otras ONGs, estudiantes de todo tipo, artistas, guardaparques, mujeres de a
pie y más. He interactuado con presidentes de países, Corporaciones, Directores
de colegios, Jefes de Agencias del Estado, CEOs y gerentes de sustentabilidad
de diversas Empresas, Presidentes de juntas de vecinos y sociedades anónimas,
directivos municipales y regionales, líderes de Derechos Humanos, líderes sociales,
de opinión y del activismo más duro….por nombrar algunos.
En la gran
mayoría de los casos he podido constatar el profundo y enorme vacío de
conocimiento básico sobre la naturaleza (del científico y “de los otros
conocimientos”): su identidad, su casi infinita variedad de formas, y sobre
todo el vasto paisaje que deriva de su diversamente creativo funcionamiento. Y
lo que es peor….veo una y otra vez cómo se erosiona la biodiversidad producto
del formidable analfabetismo que existe sobre natura, que lleva a todos los
tipos de personas, muchas veces con la mejor de las intenciones, a tomar
decisiones que atentan, o poco y nada aportan a la mantención y promoción de
natura y su bullente diversidad.
Pancho: espero
este libro sume a llenar ese vacío. Que pueda ser una vocal, una pieza clave
para la necesaria alfabetización de naturaleza en nuestro país.
La segunda
idea para compartir esta tarde la llamo: LA METAMORFOSIS. Como decía hace un momento, mi trabajo –poco difundido aún en
Chile-, es la práctica científica de la conservación. Es un esfuerzo de
integrar en un espacio de “realidad real”, “de terreno”, la visión y
herramientas analíticas que derivan de las ciencias, con la puesta en práctica
de iniciativas que permitan impactar de manera efectiva la recuperación, la
restauración y la promoción de la naturaleza.
A diferencia de las ciencias que se desarrollan en
laboratorios, donde se intuban, secan, pesan, miden, modelan cosas, en espacios
más bien simples, acotados y controlados, la práctica de la conservación se
hace en ese mundo descontrolado y engorroso que es la sociedad toda…con sus
ecosistemas, sus gentes, sus instituciones. Este proceso requiere de
científicas que no sólo que levantemos cabeza, sino que la metamos en donde sea
necesario para empujar y sostener procesos clave para el bienestar de la
biodiversidad.
Es un embrollo allá afuera...muchas veces un campo de
batalla…donde créanme faltan no sólo una, sino guarniciones completas de reclutas
con entrenamiento científico, y con entendimiento de natura. Es este un boquete
complejo de llenar, considerando el todavía escaso contingente de científicas,
especializadas en ecología y afines, que existe en Chile.
Recordando a Pancho en sus días de joven científico, metido
hasta el tuétano en el día a día del ciclo académico: proyectos, hipótesis,
modelos, experimentos, tesis, congresos, papers, papers papers…se encontraba muy
alejado de los temas de conservación…o “conversación” como los llamaba en ese
tiempo con ironía y desdén…Hoy varios años después, con una carrera más que
consolidada, siendo un reconocido y admirado líder en su tema, prestigioso como
pocos, veo en este pequeño libro un indicio de una metamorfosis…un atisbo de
una transformación como la que necesitamos de muchos otros como él: la de
abrirse y abrir espacios en sus carreras, para dar cabida y conectar de alguna
forma con la conservación.
Mandatado por los requerimientos de fondos concursables, que recientemente
imponen a investigadoras a comunicar parte de sus disquisiciones y
descubrimientos científicos con la ciudadanía de a pie, inspirado por su hermosa
progenie a la que imagina en un mundo hiper-caliente y degradado, o por lo que
haya sido…¡celebro aquí este salto! Y espero que, dado que el Pancho es el
Pancho, pueda servir de modelo para inspirar a otras jóvenes científicas, a
buscar la conexión con los desafíos de la conservación. A tirar un cable a
tierra desde sus laboratorios y papers, y canalizar a través de ello, la fuerza
de las ciencias a los procesos que necesitamos construir como sociedad, para
avanzar hacia el cuidado de nuestra hermosa y diversa naturaleza. Agregaría a
ese modelo un mensaje propio: ¡no es necesario avanzar en “la carrera
científica” para dar ese salto! ¡Ni es necesario tener un par de hijas para
hacerlo!! Es una urgencia que nos convoca a todas…aunque algunas todavía no
escuchamos.
La tercera reflexión la titulo: NO NOS VENDAMOS LA POMADA Debido a la presencia ubicua, cambiante, su existencia en una
multiescala, y la intrínseca, profunda, directa y difusa relación que la
biodiversidad establece con las sociedades humanas, la práctica de la
conservación necesariamente requiere de la participación de muchos actores. El mandato ineludible de la conservación es por lo tanto la de integrar,
sumar, visibilizar, conectar, amplificar, reunir, no sólo a actores humanos diversos,
sino conectarlos con la matriz de vida que es la biodiversidad, de la cual
depende su propia existencia.
Y a trabajar en múltiples dimensiones y escalas, con herramientas
específicas que permitan guiar y moverse en el camino de transformación
requerido por esta complejidad. Libros
como el que hoy celebramos son un ejemplo de estas herramientas, pero la acción
de conservación precisa mucho más que lanzar un título. Requiere de enganchar
dicha pieza a una máquina –todavía en construcción- que nos pueda echar a andar
en la dirección de la conservación. Y precisa en todos los casos de la
construcción de las rutas que permitirán su paso.
La realización de las ideas de conservación pueden ser chispas que
aparecen en la cabeza de iluminados, pero deben recorrer un camino –en la mayoría
de los casos inexistente- para impactar su destino final en los espacios
socio-ecológicos. Y dada la magnitud y urgencia de este desafío, es que se reconoce
que la clásica visión del “hacer a través del pensamiento”, precisa de ser
colonizada por la visión del “pensar a través del hacer”. Desde esta visión,
ilustrada magistralmente por el antropólogo Tim Ingold, se asume que el
producto que surge del proceso creativo, nace justamente de eso, del proceso. Y
para la conservación es el encuentro entre estas ideas y las realidades
diversas fuera de ella donde está la mayor fuente de conocimiento y
aprendizaje. Y la mayor oportunidad de transformación.
Libros como este. Escritos por científicos como Pancho, son una
invitación a entrar en la ruta. Y a sumar con otros, a una marcha que ya se
echó a andar. Pero que precisamos fortalecer sin echar atrás.
Una reflexión final… Hace muchos años atrás, por
allá por el 2004, el Pancho Bozinovic me invitó a ser parte de la Sociedad de
Ecología de Chile (SOCECOL). Un espacio de reunión para ecólogas nacionales,
nacido hacia casi una década antes y que se encontraba en ese momento en un
enredo administrativo que hacía muy difícil su operación.
Yo también era joven en ese
entonces, y seguía a ese grupo de ecólogos “kapos”** desde lejos, admirando su
gran capacidad científica, inversamente proporcional a su interés en meterse en
los detalles laboriosos de la administración. Pancho me invitó en ese momento a
ser parte de la SOCECOL, y aportar con mi tozudez y perseverancia a organizar
un poco la cosa. Esta invitación marcó un
momento especial en mi vida, pues me abrió una puerta para canalizar un anhelo
que tenía escondido: el de aportar, desde mi práctica profesional, a la
reconstrucción de la joven y enclenque democracia que nuestro país venía
re-construyendo luego de un largo período de abstinencia democrática.
Acepté gustosa y me tiré de
lleno a la tarea de hacer brillar la SOCECOL, de fortalecerla internamente, a
la vez que articularla con esa otra Sociedad –la con mayúscula-, tan carente de
espacios de encuentro, y a la vez tan necesitada de los mismos. Permanecí por años en SOCECOL,
empujando una que otra cosita, pero sintiendo en el corazón que contribuía con
una pequeña pieza al enclenque andamiaje de nuestra democracia. 15 años después
de esa invitación, y cuando el Pancho pidió comentar su libro hoy, me conecté
con ese momento. Pues estoy convencida que el libro que hoy lanza Pancho al
Mundo es también un aporte a la construcción de nuestra sociedad y su democracia.
Abriendo un espacio de encuentro de las ciencias con la diversidad natural y
ciudadana.
Necesitamos torrentes de libros como este. En una sociedad que tiene
capacidad de ver y conectarse al mundo, que mira especialmente a los
científicos, con un Pancho de carrera hecha y ganada, con una progenie hermosa,
abre a través de este libro un espacio para conectarse con ese mundo grande,
enorme y diverso, y plantea una pieza donde anclar esa conexión.
En mis escasos días de científica tradicional -no
sé si todavía será igual-, repetíamos con convicción que el desafío y satisfacción
de las ciencias era expandir la frontera del conocimiento. Ensanchar los
límites de esa burbuja imaginaria de entendimiento del mundo, haciéndola más
grande para Chile y el Mundo. ¡¡Hacer crecer las CIENCIAS!! Así…con mayúscula…Como en todo, este mismo proceso de generación
de conocimiento se desplegaba de manera diversa, existiendo algunas personas
que aportaban más que otras al torrente de entendimiento de nuestras especies y
espacios naturales. Pancho era uno de ellos, siempre destacado por su enorme
productividad y chorreo de talento.
Cuando salí al “mundo verdadero”, y me metí de
lleno en las trincheras de la conservación, re-conocí la otra gran diversidad
de fronteras que tenemos que esperan por ser desafiadas, ensanchadas, e incluso
algunas…que necesitamos romper para poder hacer crecer nuestra sociedad y
nuestro país. Con este nuevo libro, Pancho lleva su aventura científica fuera
de los “cómodos límites académicos” para intentar dilatar no ya la frontera de
su ciencia, sino de un país completo.
En mi trabajo
de conservación me he golpeado con fuerza con parte de las trabas y
dificultades que derivan del pensar que nuestro mundo y su naturaleza son entes
fijos. Modelos teóricos y prácticos esperando por ser replicados desde las
cumbres de las montañas andinas, hasta los valles y costas de Chile centra. Visión que nos empuja a concentrar esfuerzos en materializar un
imaginario que no existe en la realidad: el de una identidad singular, por
sobre el devenir natural del cambio, motor de diversidad.
Pero no nos engañemos….aquellas que como yo
nos revolcamos en el barro de la ignorancia, el desconocimiento y nos
retorcemos cada vez que constatamos la pila de decisiones bien intencionadas
algunas, bien financiadas otras, bien esperadas la mayoría, que se toman en
total ausencia de entendimiento ecológico, de conocimiento de las bases mínimas
de la diversidad biológica, de los principios mínimos que regulan su
funcionamiento….El libro de Pancho, por su contenido y por haberlo escrito él,
es una pieza que aporta a la alfabetización de naturaleza. Y dentro de ella, de
detalles clave como su inherente diversidad estructural y funcional.
Sabemos que este es un camino que no acaba…que
precisa de ser instalado como camino…siendo un objetivo en sí mismo…y este
libro, tal como una novedad evolutiva, espero sirva para apoyar un pie,
mientras preparamos el otro para el siguiente paso. Paso a paso…
El desafío de la conservación de nuestro mundo nos une. No sólo como cuerpo de científicas, sino que nos abre la
posibilidad de conectar con el resto del mundo. No desde la altura tradicional
en la que se les posicionan o auto posicionan las ciencias, sino como un nudo
más de la maraña humana, de la materialidad a la cual debemos moldear la
artesanía más elegante y valiosa que haya podido crear nuestro universo, que es
la biodiversidad. Este proceso requiere de
las científicas el levantar cabeza. De mirar más allá de su quehacer propio y
de su mandato del momento. Y Pancho ha levantado cabeza y nos invita a mirar de lleno y con él este nuevo mundo.
¡Felicitaciones y gracias
Pancho y éxito en este nuevo camino de conocimiento!
Facing an undeniable climate and
biodiversity crisis, we may tend to think that there is nothing more than an
obscure future…and that such a dark and dry future is the best one we can aspire
to.
We even have been taught that the
future is something we don’t have the key to knowing. Or creating.
But the truth is that after our
collective 600 years of learning, experiencing, imagining, and constructing, we
actually know how the future can be ignited and transformed into infinite
possibilities. And we can do so by conserving our peatlands locally, now.
Today, Global Peatland Day in 2022, we
are bringing here a plan: The Venice Agreement. A memory of a future that can
be. A compass to get lost in the finding of new worlds, new imaginations, and
new futures.
Today The Venice Agreement starts to
exist. The wisest, truest, most committed, most
experienced, most tangible,
most real, most diverse, and, above all, the strongest call for the recognition,
appreciation, and effective care of peatlands in each territory of this planet.
We aspire to The Venice Agreement can
help free peatlands, can help them be seen in plenitude, help them to remain
alive, and get involved in conversations that must never end: between
peatlands, between people and peatlands, about possible futures, and future
human well-being.
The degradation of our planet and its
peatlands may ultimately be the failure of imagination, eclipsed by
accountability systems that are not able to account for what really matters.
And peatlands matter. By capturing carbon, they matter for climate change
mitigation. By storing and purifying water, they matter for producing food,
materials, and medicines.
By being, they became our ancestors,
and in the future, they can sustain lives and livelihoods forever.
The tyranny of quantifiable
distinguishes what can have monetary value, over those things we cannot
assign value: private over common, efficiency over enjoyment and quality of
life, utilitarian over the mysteries and means, and the treasure of having a
purpose, being courageous, to make human life worth living. Through a
collective work like the Venice Agreement, we invite each one of us to live the
infinite lives of biodiversity and nature. Forever.
The tyranny of language is in part the
failure of language and the speech to describe complex, subtle, fluent, and
ubiquitous phenomena of life. Like peatlands. The Venice Agreement invites us
to create new languages to name those things that need to be named. Things that
need to be known if we expect to live, and let peatlands live a good living
around the globe.
The Venice Agreement is full of
stories, like mine, like Randy’s, like Hans, like Camila’s and Nancy, Suzanne,
Jane, Jan, and so many others, who gathered here and around the world to share,
and who now start to become part of an explosion of former silent stories, who
can now be told, be learned and exist all over the world.
The Venice Agreement is released today.
And like Pandora’s Myth, it is released to the entire World, locally. Unlike
that Myth, Hope is what we are releasing first, along with knowledge,
inspiration, love, and joy. Thanks to our commitment, unlike that old and
well-known story, all these virtues are never to be put in a cage again.
Celebrating Global Peatland Day today,
we invite you to join and add to this peatland protection movement on this vast
planet of ours. We invite you to dissolve the cultural, financial, and social
barriers, and assume the evident ecological fact that we all depend on nature,
and the ethical/practical need to care for peatlands.
Let experience be bigger than
knowledge. Let different experiences feed different "knowledges". Let peatlands
feed our futures. Let peatlands be our future. Everywhere.
I thank you all from the deepest and
darkest of my peatland heart.
*Closing speech presented for the launch of The Venice Agreement, Venice, Italy, June 2, 2022.
¡Hoy es
un momento especial porque estamos celebrando un nacimiento!
Al mismo
tiempo es un aro en un largo camino que venimos recorriendo desde hace rato, un
montón de personas y organizaciones de la más diversa índole, cuyo origen exacto
es difícil de precisar.
En mi mente,
puedo imaginar que la gestación de esta criatura se conecta a la primera Reunión
Regional sobre Fondos de Conservación en Chile que TNC organizó tiempos
pre-históricos, en algún momento previo al 2009.
O
sospechar que algún aliento le pudo haber insuflado Ricardo Bosshard de WWF por
allá por el año 2012 cuando intentó mover la creación de un Fondo para nuestro
país.
O soberbiamente
pensar que WCS-Chile fue el responsable de esto cuando de la mano del MMA del
2017 con Ale Figueroa y Diego Flores, conectamos con el Fondo más famoso de la
Región: Costa Rica por siempre.
La
verdad es que estos no fueron sino aprontes que pudieron haber quedado en el olvido,
de no ser por la materialización de la transformación más clave para la
conservación: que es la colaboración efectiva.
Esto
ocurrió verdaderamente el año 2018 cuando estas organizaciones nos reunimos en
torno al liderazgo y amparo del Ministerio de Medio Ambiente, quien nos convocó
junto a Oceana, y otras agencias del Estado como CONAF y Sernapesca, a iniciar
un proceso estratégicamente cuidado que nos permitiera crear de una vez por
todas este organismo que hoy ve la luz: El Fondo Naturaleza Chile.
Su
gestación tomó cerca de cuatro años, y fue el producto de la convergencia,
unión y por qué no decirlo amor y compromiso de muchas personas e instituciones,
quienes trabajamos con visión y entrega, logrando articular nuestras diversas capacidades,
sortear notables escollos y desplegar paso a paso un trabajo sistemático, permanente,
y efectivamente colaborativo, el que esperamos sirva de impronta a este nuevo
ser.
El paso
que hoy estamos dando podría parecer pequeño…una fundación más…qué más da? …Por
lo que es relevante recordar lo que verdaderamente está en juego acá.
Lo
primero es reconocer que la biodiversidad (una definición actualizada de lo que
antes entendíamos por naturaleza), es la única base biofísica que permite y
sobre la que se sostiene toda la vida humana y, por ende, cada una de sus
manifestaciones, sea ella social, cultural, y por supuesto económica.
La biodiversidad, abarcando desde sus genes, especies, y
ecosistemas, conforma un andamiaje ecológico que permite mantener aquellos procesos
fundamentales para el bienestar presente y futuro de nuestra sociedad. Y es
justamente en medio de dicha trama ecológica donde nos anidamos los seres
humanos, nuestras culturas y nuestras sociedades.
De este entramado ecológico obtenemos todo lo necesario para
satisfacer nuestras necesidades: alimentos que tomamos o cultivamos desde
ecosistemas terrestres, marinos y acuáticos. De esos mismos ecosistemas depende
la producción del oxígeno que respiramos, la purificación del aire, la
generación y mantención de suelo. Es esta trama natural y viva la que nos provee
materias primas esenciales para construcción, medicinas, energía. En tiempos de
cambio climático, es esta misma biodiversidad la que permite el control de
inundaciones o aluviones, la amortiguación de olas de calor en ciudades como
Santiago, la vital producción y mantención de agua dulce, la masiva captura de
CO2 desde la atmósfera, y más importante aún la generación de posibilidades de
adaptación a las poblaciones humanas a un mundo cada vez más caliente y seco.
A pesar de su importancia la especie humana ha modificado y
degradado hasta lo impensable la biodiversidad, creando nuevos hábitats para sí
misma como ciudades, cultivos, plantaciones, estepas ganaderas, parcelas de
agrado, desconociendo que nuestra mera presencia y bienestar dependen finalmente
de la existencia de naturaleza y biodiversidad íntegra y sana. En todas partes.
Ese es el objetivo de la conservación de la biodiversidad, y este Fondo suma, a
la todavía escuálida caja de herramientas para la conservación existente en
nuestro país. Y que requerimos fortalecer con urgencia.
Al mismo
tiempo debemos reconocer que la biodiversidad es una matriz ubicua, que se
despliega en los territorios y maritorios, y nosotros como humanos somos sólo
una especie entre los millones de otras taxa que conforman y dan vida a
ecosistemas en cada rincón de nuestro país: nuestros mares, lagos, ríos,
riachuelos, esteros, océanos, estepas, bosques, humedales, fosas oceánicas,
cumbres altoandinas, turberas, salares, y muchos otros. Cada uno de ellos
constituyen ecosistemas más o menos diversos, altamente complejos, pero por
sobre todo idiosincráticos, propios de cada territorio, resultado singular de
historias co-evolutivas antiguas, únicas e irrepetibles. Incluyendo nuestras
historias humanas.
Dependemos
como individuos y como sociedad de esta interrelación básica, indisoluble y
vital que existe entre humanos y biodiversidad, la cual es la piedra angular
sobre la que se sostiene nuestro sistema socio-ecológico nacional.
Y es
justamente en dicha articulación, en ese mismo ángulo conector que el Fondo
Naturaleza Chile espera focalizar su trabajo, canalizando recursos hoy escasos
o simplemente inexistentes para traccionar adecuada conservación en los
territorios, de la mano con las comunidades que día a día experimentan su
propia degradación por el deterioro de esta matriz natural. Y sumando a los
esfuerzos del Estado de manera colaborativa y articulada, en pos de objetivos
compartidos.
Pues no
es difícil entender que la naturaleza y biodiversidad de un país constituye su
bien común más relevante y necesario de y para toda su gente. Más aún, su condición
sistémica e integrada nos obliga a su custodia compartida.
Podemos creer
observar o definir límites en la naturaleza, como pueden serlo el borde de un
lago, las altas cumbres de una cordillera, o la ribera de este o aquel lado de
un río, o una cerca de madera, o peor aún, una cerca electrificada. Se puede delimitar
un puñado de árboles, o confinar en una red una masa de peces variados, que son
recursos que obtenemos de la naturaleza, pero nunca podremos apropiarnos de la
biodiversidad en su conjunto.
Todos y
cada uno de los límites que nos esforzamos por levantar son imaginarios. Pues
la biodiversidad, debido a su condición sistémica, está evidente o
solapadamente siempre en conexión con otros factores, sean ellos vivos o
inertes. Más aún, su integridad depende de la mantención de dichas conexiones las
que le permiten persistir y florecer en el espacio-tiempo.
Tan
evidente como lo anterior, es reconocer que las amenazas que degradan
biodiversidad tampoco reconocen aquellos límites antrópicos. Por lo que factores
degradantes como contaminación, fuego, especies invasoras, interrupción de
ciclos naturales como el del agua, tienen efectos a nivel de sistema, tocando
por igual, tarde o temprano, aquel trozo de naturaleza que creímos “nos
pertenecía”. Y por lo mismo, los esfuerzos de conservación sólo pueden ser
efectivos si se realizan en colaboración, de manera coordinada e integrada.
Es quizá este mensaje, que
también es un ejemplo concreto, el subproducto más importante que nace de la
mano con el Fondo Naturaleza Chile, pues hemos cuidado especialmente que su
estructura refleje la integración propia de la naturaleza, dando espacio para
la reunión de diferentes actores de nuestra sociedad y territorios. Es así que
tanto su Directorio como su Consejo, -elementos esenciales de la gobernanza del
Fondo Naturaleza Chile- están mandatados a contar con la presencia de
diferentes actores societarios: pueblos originarios, academia, sector privado,
ONGs, quienes con equidad de género deberán articularse con el Estado de Chile
para gatillar y monitorear acciones que vayan en favor de la conservación
efectiva de la invaluable biodiversidad de nuestro país. La protección de este
bien común tiene el mandato natural de la colaboración y debe incluir el
interés y quehacer no sólo del Estado, sino de personas e instituciones que
puedan desplegarse y permanecer en la tarea de conservación a lo largo y ancho
de Chile.
A pesar de su juventud, el
Fondo Naturaleza Chile no está solo, pues nuestra biodiversidad es una puerta
abierta a América y el Mundo. América Latina y el Caribe es la región más rica
de biodiversidad del planeta. Sólo América del Sur posee más del 40% de la
biodiversidad del mundo, más del 25% de los bosques, parte importante de sus
océanos. Por siglos la biodiversidad de Latino América ha provisto alimentos,
medicinas, y un sinfín de coloridos y valiosos productos al mundo. Hoy es una
pieza clave para la regulación climática global, posee las mayores reservas de
agua dulce del mundo, y ofrece los mayores y mejor conservados ecosistemas para
mitigación y adaptación al cambio climático.
Los Fondos Ambientales
tienen una larga existencia en nuestra Región, estando presentes en 20 países, para
un total de 27 fondos que han movilizado US$1,4 mil millones de dólares hacia
la conservación. El Fondo Naturaleza Chile ya forma parte de esta familia, ha
recibido guía directa de uno de sus miembros más importantes: el Fondo Mexicano
a través de su director de 25 años Dr. Rosenzweig, y que lleva décadas de
exitoso funcionamiento. Esperamos apoyar y catalizar el crecimiento de este
Fondo bebé al alero de la Red de Fondos Ambientales de Latino América y el
Caribe, RedLac.
Así como la biodiversidad
está en la base de nuestra sociedad, su conservación es esencial para la
sustentabilidad. Justamente el desafío de la sustentabilidad planteado hace 36
años por Bruntland, es una urgencia permanente y cada vez más evidente en este
mundo hiper-degradado, hiper-caliente, y más encima pandémico.
Debemos recordar que la tan
mencionada sustentabilidad es un desafío que consta de dos partes: la primera
es ecológica, y nos mandata a reconocer los límites de la naturaleza, haciendo
un uso presente de la biodiversidad que no afecte negativamente el bienestar de
generaciones por venir. Esta es la cara más conocida (aunque ciertamente aún no
lograda) de la sustentabilidad, y debiera ser motivo de urgente y dedicada
preocupación en un país como Chile, que hoy tiene la mitad de sus ecosistemas
degradados o vulnerados, que tiene una riqueza cultural magnífica, y una
economía que más encima depende muy directamente de la comercialización de una
serie de recursos naturales que son provistos o sostenidos por nuestra biodiversidad.
Pero debemos traer a la
memoria, la segunda parte de aquella invitación de Brundtland: que es su
mandato social, el que se refiere a la construcción de equidad, como un fin y un
mecanismo esencial de sustentabilidad, el que lamentablemente ha permanecido en
segundo plano. Una pieza no funciona sin la otra, pues en su conjunto son las
que constituyen el engranaje mínimo de la máquina de construcción de
sustentabilidad.
Y es por ello que
acertadamente el Fondo Naturaleza Chile tiene como foco los territorios y sus
gentes, y espera crecer y ayudar a canalizar recursos a acciones de
conservación efectiva en aquellos espacios donde día a día se trenza, remienda
y protege la matriz socio-ecológica chilena.
Celebramos hoy día entonces
el nacimiento de este Fondo Naturaleza Chile no sólo pensando en biodiversidad,
sino como un aporte con base ecológica a la construcción y fortalecimiento de
nuestra democracia. La presencia ubicua debiodiversidad en nuestro territorio, precisa de acciones de conservacióndescentralizadas y articuladas
directamente con las comunidades que habitan, dependen y custodian este
patrimonio natural que es a la vez propio y compartido. Por ello la tarea de
conservación resulta esencial para la construcción de una sociedad sustentable,
que sea ecológicamente sana y socialmente justa.
Como muchos recién nacidos afortunados,
este Fondo viene con una marraqueta debajo del brazo. Ello gracias al respaldo
del Congreso a través de actores como el Senador Lagos, quienes apoyaron al
Ministerio de Medio Ambiente en la apertura de una glosa que permitirá sostener
su primer año de vida y ayudar en sus primeros balbuceos. Como aquella princesa
de cuento, el Fondo Naturaleza Chile posee además una serie de padrinos locales
y globales que ayudarán a nutrir y fortalecer su existencia en sus primeros
años de vida. Entre ellos organizaciones que ya han hecho, y esperan seguir
realizando contribuciones como Packard, WWF, el BID, que aportaron a su
gestación silenciosa.
La tarea de los Fondos
ambientales no se restringe sólo a entregar plata, sino que más importantemente
ayudan al Estado con la generación de capacidades y el levantamiento de
estándares de conservación. Nuestro Fondo Naturaleza Chile nace con un programa
de conservación marina que cuenta con un diseño detallado que articulará la
implementación y gestión efectiva de la red de áreas marinas protegidas de
nuestro país, la quinta más grande del mundo. Y que al día de hoy tiene un
forado de financiamiento superior al 98%.
Siguiendo los estándares
más avanzados de conservación, el programa de áreas marinas protegidas del
Fondo Naturaleza Chile fue construido codo a codo con Sernapesca y el MMA para
definir las acciones que son prioritarias y estratégicas para llevar las
declaraciones de conservación del océano a realidades territoriales, esperando impactar
en los próximos años cerca de un 80% de las AMP de Chile. Saltar del dicho al
hecho, es el verdadero desafío actual para la conservación de la biodiversidad
chilena y global. Y el Fondo Naturaleza Chile espera ser un buen punto de apoyo
para ayudar en ese salto.
Han podido darse cuenta que
la gestación y nacimiento de este Fondo ha sido un esfuerzo singular y hermoso,
que ha requerido de compromiso y capacidades Institucionales como las que ya
comenté, las cuales sólo existen cuando hay personas de carne y hueso que hacen
la pega. Asumiendo el riesgo de dejar alguien fuera, quiero agradecer acá
justamente a las personas que ejecutaron esta movida: Juan José Donoso, Diego
Flores, Laura Cussen, Constanza Rodríguez, Claudia Silva, Richard Torres,
Francisca Bardi, Rodrigo Catalán, Liz Van der Meer, Soledad Tapia, Ricardo
Sáez, Rodrigo Guijón, Monserrat Moya.
Agradecer a los miembros
del Directorio Provisorio Kathy Barclay, Francisca Tondreau, Erik Heyl, Michael
Grasty, Eglé Flores, David Silva.
Quiero agradecer y dar la
bienvenida al Directorio del Fondo: Hema'ny Molina, Dominique Hervé, Andrés
Antivil, Antonio Lara, Laura Ortiz, Leo Prieto; así como a los 22 miembros de
Consejo Ciudadano del Fondo Naturaleza Chile que lo apoyará desde diferentes
partes de nuestro país.
Agradezco muy profundamente
a todas esas personas que han puesto su empuje y corazón en esto, incluyendo muy
especialmente a Carolina Schmidt y a Maisa Rojas.
Este Fondo resolverá todo?
No. Nada lo hará. Pero marca un camino diferente, que esperamos sume a otras
acciones públicas y privadas, locales y globales, que empujen y converjan a
procesos de transformación que terminen en el cuidado permanente y mutuo de la naturaleza
y las sociedades. Este por lo demás es el mandato de las organizaciones
globales especializadas como IPBES o IPCC, tan connotados por estos tiempos.
Bueno…les he contado del
camino que hemos recorrido.
Mirando hacia el futuro,
sólo puedo desear una larga vida al Fondo Naturaleza Chile. Y comprometerme con
su continua construcción y mejora.
Con visión y trabajo
integrado, esperamos que el Fondo Naturaleza Chile pueda crecer, e ir sumando
apoyos financieros que le permitan canalizar más y mejor financiamiento a la
tarea de conservación cada vez más necesaria y urgente en todo Chile: desde
Visiviri a Tierra del Fuego, desde las altas cumbres andinas hasta las
profundidades de la Fosa de Atacama, desde el mismo borde continental hasta la
magnífica Rapa Nui.
Un clamor de natura que hoy
encuentra un eco en el Fondo Naturaleza Chile, y que esperamos reverbere en la
comunidad nacional de conservación de biodiversidad para dotar con fuerza y
nuevo empuje a nuestra esencial naturaleza chilena.